La farsa de golpe de estado en Bolivia es terrorismo de Estado de la dictadura

 

Carlos Sánchez Berzaín entrevistado por Edwin Castro Poma en «Contraparte Bolivia»: El mundo fue sorprendido este 26 de junio con un anuncio de “golpe de estado” en Bolivia, que duró unas horas y que terminó con el supuesto golpista declarando que había “cumplido el pedido del presidente Luis Arce”. Un gobierno controlado por el socialismo del siglo 21, con más de 300 presos políticos, con crisis económica, social y política, señalado como narcoestado y sin ningún elemento esencial de la democracia, logró que la prensa y los gobernantes del mundo “defiendan la democracia boliviana” y apoyen a su presidente. Esta puesta en escena ya repudiada por el pueblo boliviano urge una investigación internacional independiente.

Golpe de Estado es la “toma y destitución del gobierno y los poderes de un Estado, es una toma ilegal del poder”. El intento es el “propósito, la intención o el designio” de hacer algo, en este caso un golpe de Estado. Jurídicamente, la tentativa está comprendida en el artículo 8 del Código Penal de Bolivia como “el que mediante actos idóneos o inequívocos comenzare la ejecución del delito y no lo consumare por causas ajenas a su voluntad…”. Para que haya golpe o intención tienen que pedir por lo menos la destitución del gobierno, lo que no se escuchó.

El General Juan José Zúñiga Macías, Comandante General del Ejército del Estado Plurinacional de Bolivia designado por Luis Arce Catacora, declaró el lunes pasado que si Evo Morales insistía en ser candidato para las elecciones de 2025 lo apresaría, con lo que se puso públicamente en apoyo de Arce en su disputa con Morales, en violación al principio de que las fuerzas armadas, sus miembros activos, y menos sus mandos, deliberan ni participan en política.

El marco de referencia en que estos hechos suceden es el de una gran y creciente crisis económica en Bolivia: han desaparecido los dólares que son reclamados por la ciudadanía que paga ahora hasta más del 30% del valor oficial en el mercado negro y subiendo; no hay provisión de gasolina ni de diésel; las reservas internacionales son casi nulas; el gobierno está echando mano a la malversación de los fondos privados de pensiones de jubilación que son propiedad privada de los bolivianos; no hay inversión externa privada; se produce el entreguismo de los recursos naturales de litio, uranio, oro y otros a Rusia, China e Irán; los precios de la canasta familiar suben; y no se conoce con exactitud el total de la deuda externa que, con la deuda interna, posiblemente superan el PIB.

Los efectos de esta bochornosa situación son graves porque generaron la inmediata cobertura internacional como “golpe de Estado” a hechos que cuanto menos se sospechan y son señalados como farsa, y lograron la solidaridad y respaldo a la “democracia boliviana y al presidente Arce” por parte de gobiernos e instituciones democráticas. Como no hay elementos de golpe de Estado y ni siquiera de tentativa, si esto fue un fraude, como todo parece indicar, se trata de “terrorismo de Estado”, esto es la “comisión de delitos desde el gobierno para generar miedo en la población y así lograr conductas que de otra forma no se conseguirían”.