Carlos Sánchez Berzaín en la segunda parte de la entrevista con Nitu Pérez Osuna: El mundo vive la “Primera Guerra Global”. La guerra global es el conflicto que compromete a todos pero en el que la confrontación armada está limitada al enfrentamiento en áreas y entre partes específicas, en el que participa el mundo globalizado. Es un conflicto generalizado en el que no hay neutralidad, una conflagración de la que ningún estado está excluido. Se inició con la invasión de Rusia a Ucrania y ahora tiene dos frentes activos, Ucrania y la Franja de Gaza.
Siguiendo las características de la primera y segunda guerra mundial del siglo XX, una guerra mundial es la confrontación que implica en la lucha armada a todas o la mayoría de las naciones del mundo, incluidas las grandes potencias, con movilización general y estado de guerra total. Tanto en la guerra mundial como en la global están implicadas todas las naciones del mundo, pero en la guerra global la lucha armada está limitada a países o grupos específicos en territorios determinados, con la implicación de todo el mundo.
La realidad objetiva muestra que tanto en la invasión de Rusia a Ucrania como en los actos terroristas de Hamás contra la humanidad en Israel, las dictaduras de Rusia, China, Irán, Corea del Norte, Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia y los gobiernos para dictatoriales de México, Chile, Brasil, Colombia, Argentina y otros, con diferentes argumentos, tiempos y pretextos respaldan la infamia ignorando deliberadamente sus obligaciones jurídicas internacionales. Las dictaduras usan la falsificación de los hechos para difundir narrativas que justifiquen el crimen, atribuyendo sus crímenes a las víctimas tal como lo hacen en sus países donde detentan el poder con terrorismo de estado y violación institucionalizada de los derechos humanos.
La violencia de que está siendo víctima el pueblo de Ecuador es otro ataque contra la libertad y la paz, ahora utilizando delincuentes comunes, para desestabilizar al gobierno y las instituciones y provocar desconcierto e inseguridad ciudadana que deteriore la democracia. Es una operación de “guerra hibrida” operada por el crimen que responde a los mecanismos del socialismo del siglo 21 o castrochavismo, luego del retorno a la democracia por el presidente Lenin Moreno y de repetidas derrotas electorales, que incluye el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio.
Ecuador estuvo bajo el control del socialismo del siglo 21 con la dictadura de Rafael Correa por más de 10 años, tiempo en el que se alteró el sistema de república y democracia suplantándolo por un estado plurinacional permisivo al crimen local y trasnacional, siguiendo el modelo castrochavista de Venezuela y Bolivia. La sorpresa histórica fue el presidente Lenin Moreno cambió la historia del Ecuador y de las Américas haciendo que su país retorne a la democracia, reponiendo el estado de derecho, la separación de poderes, las elecciones libres, la libre organización política, liberando presos políticos, permitiendo el retorno de los exiliados, reponiendo la lucha contra el narcotráfico y más.
El socialismo del siglo 21 no puede producir en este momento un movimiento político, ni una guerrilla, ni una conspiración política, ni ningún otro proceso de agresión directa contra la democracia pero necesita desestabilizar a Ecuador, hacer fracasar al presidente Daniel Noboa y dividir las fuerzas democráticas. Es ahí donde aparece el empleo del crimen común como instrumento de operación ya usado en el asesinato de Fernando Villavicencio. Esta es la expresión de “guerra híbrida” que explica lo que acontece hoy en Ecuador, ya aplicada en Colombia contra Duque y que podría repetirse en Argentina contra Milei.
El problema de Ecuador no es un problema de confrontación armada entre ecuatorianos, no es problema policial o militar aunque sus acciones sean urgentes y necesarias en el corto plazo. Es un problema político, es una agresión trasnacional, la expresión del eje de confrontación de nuestro tiempo de dictaduras contra democracia, de crimen organizado que detenta poder político contra la libertad y los derechos humanos. Por eso urge que Ecuador identifique correctamente al enemigo y actúe en consecuencia reponiendo la vigencia de la ley, la seguridad ciudadana y cesando la impunidad más allá de los sicarios y operadores materiales de los crímenes.