3 de octubre del 2022
(Infobae.com) Del 5 al 7 de Octubre, en Lima-Perú con el lema “juntos contra la desigualdad y la discriminación” realiza su 52 periodo ordinario de sesiones la Asamblea General, el órgano supremo de la Organización de Estados Americanos (OEA). La realidad de las Américas muestra a las dictaduras de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua detentando el poder con terrorismo de estado y violaciones institucionalizadas a los derechos humanos, presos, exiliados políticos, tortura, asesinatos, narcoestados e impunidad, frente al sistema interamericano hasta ahora impotente para cumplir sus obligaciones de preservar y restituir la democracia a los pueblos. Nada indica que esta Asamblea General marque un cambio por inacción de líderes de las democracias de las Américas.
En el ámbito del Derecho Internacional Público un organismo internacional, como la OEA, es un sujeto de derecho internacional organizado como una instancia política construida e integrada por los estados miembros con objetivos determinados, en que la representación es ejercida por los gobiernos. Por esta razón un organismo internacional adopta las políticas y la agenda de la mayoría de sus miembros.
La OEA es el organismo internacional más importante de las Américas creado por la Carta firmada en la IX Conferencia Internacional Americana del 30 de Abril de 1948 realizada en Bogotá que entró en vigencia el 13 de Diciembre de 1951. Es parte del sistema de las Naciones Unidas y establece como su propósito “afianzar la paz y la seguridad en el Continente…promover y consolidar la democracia….”. El 11 de Septiembre de 2001 en Lima se firmó la Carta Democrática Interamericana cuyo artículo 1 establece que » Los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla”.
Hay dos Américas, una democrática y la otra dictatorial y el eje de confrontación no es ideológico es existencial, dictadura contra democracia. La OEA es parte de esta confrontación como actor, campo de batalla y objetivo.
Las dictaduras dominaron la OEA en el periodo Insulza con el control del voto de casi la totalidad de los gobiernos de los países latinoamericanos. Con la riqueza venezolana financiaron la toma del poder por elecciones y/o con previos golpes de estado violentos o blandos en países sudamericanos, controlaron los del Caribe con el Petrocaribe. Con mayoría de votos la política de la OEA -de 2005 a 2015- fue ignorar su Carta constitutiva y la Carta Democrática Interamericana, las violaciones a los derechos humanos y el establecimiento de narcoestados.
Con el cambio de gobiernos en la región el contexto de representación en la OEA también cambia. En 2015 fue elegido Secretario General de la OEA Luis Almagro y en el marco de la nueva realidad política regional se convirtió en un líder de la democracia porque repuso la vigencia de la Carta Democrática Interamericana con los informes sobre Venezuela, señalando su dictadura, para luego calificar como “dictadura jinetera” al régimen cubano.
El castrochavismo ejecuta en los últimos años un contrataque para sostener la dictadura de Cuba. Ha perdido Ecuador, Paraguay, Uruguay, gran parte del control de los países del Caribe, ha perdido la representación de Venezuela en la OEA, tiene el apoyo de los gobiernos para dictatoriales de Argentina y México y ha puesto presidentes en Perú, Chile y Colombia que frenados por la institucionalidad democrática son aún respaldo parcial. Ha perdido el control de la OEA y conspira abiertamente para destrozar la OEA y destituir al Secretario Almagro.
Las acciones concretas de la OEA dependen de la decisión y voto de los gobiernos de los países miembros, que entre dictaduras, gobiernos para dictatoriales y de control relativo muestra que el socialismo del siglo XXI o castrochavismo sigue en minoría pero con la capacidad de producir la neutralización o estancamiento del organismo en puras declaraciones que además de redundantes no cumplen los propósitos y obligaciones de la OEA y son repudiadas por los pueblos. Con este bloqueo castrochavista por inacción de los lideres democráticos, paralizan al Secretario Almagro y las dictaduras han frenado su impulso deteriorando su gestión.
Tratar la desigualdad y la discriminación es importante pero solo es una agenda de empate o bloqueo en una región con presos políticos, torturas, exilio, crisis humanitarias, terrorismo de estado, crímenes de lesa humanidad, narcoestados y las atrocidades que se ven en tiempo real perpetradas por los regímenes de crimen organizado transnacional de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua. Asumir acciones concretas para terminar con esas dictaduras que los agreden es algo que los lideres de las democracias de las Américas parece que no quieren como agenda.