Diario de Las Americas| 8 de Diciembre del 2009
Carlos Sánchez Berzain*
Las elecciones del pasado domingo 6 de diciembre en Bolivia marcan el punto de no retorno que liquida la democracia en el país, y otorga al proyecto de Castro y Chávez para América Latina un triunfo vital en su diseño de intervención autoritaria. Fueron las “elecciones de Evo”, con la “constitución de Evo” y para establecer “mayoría absoluta de Evo”.
Los festejos más importantes son sin duda las elites de Caracas y La Habana, mientras que ha comenzado en Bolivia el segundo tiempo del amedrentamiento, la persecución, el crimen y exilio que Evo Morales inflinge al país desde que se inició como dirigente cocalero y que ha intensificado en su gestión presidencial.
Las elecciones generales en Bolivia deberían celebrarse el próximo año, el 2010, para elegir un nuevo presidente porque la legítima Constitución no permitía la re elección. Estas elecciones, las del 2009 son el resultado de varios años de maquinaciones y ruptura constitucional e institucional; del destrozo deliberado del sistema de partidos políticos y la persecución de lideres políticos y sociales; de la criminalización de la actividad política opositora por medio de juicios, exilio, y amenazas; predominio del cohecho, la corrupción, las masacres y la violencia producidas por Evo Morales. Todo ello, con la directa intervención de Venezuela y Cuba para aplicar en Bolivia la franquicia autoritaria del Alba.
La democracia boliviana fue destrozada, progresiva y sostenidamente, desde el derrocamiento del Presidente Sánchez de Lozada en octubre de 2003, que fue viabilizado por la traición del vicepresidente Carlos D. Mesa y constituyó el primer paso estratégico del proyecto autoritario transnacional ejecutado para apoderarse de Bolivia, tras varias décadas del fallido intento guerrillero auspiciado –con el mismo propósito- desde La Habana. Cuando Evo Morales llegó al poder, la intervención cubano-venezolana se hizo directa y la franquicia autoritaria empezó a ejecutarse implacablemente hasta conseguir la sustitución de la Constitución.
La sustitución constitucional (porque no fué reforma), sólo pudo producirse mediante la violación del ordenamiento jurídico boliviano, ya que el texto llevado a referéndum nunca pasó por las manos de los constituyentes. Después de las masacres de Cochabamba y Sucre, y de las confrontaciones y movilizaciones cocaleras, se amañaron juicios de responsabilidades a ex presidentes y ministros. La extorsión y amenazas desde el gobierno fueron habituales.
Bajo esas circunstancias se produjo la entrega espúrea de los votos controlados por Jorge Quiroga y Samuel Doria Medina, y esos votos posibilitaron que Evo tenga su constitución. Curiosamente, esa constitución fue preparada por el mismo bufete de abogados españoles que redactaron las actuales constituciones de Venezuela y Ecuador.
El proceso electoral de 2009 está marcado por el fraude: un llamado padrón biométrico que facilita la trampa a favor de la candidatura de Evo; una campaña oficialista millonaria; el control de los medios de comunicación y atentados permanentes a la libertad de prensa. El control sindical cocalero evita el desplazamiento de candidatos de oposición; el voto comunitario inducido desde el gobierno constituye la abolición lisa y llana del secreto electoral y somete a presiones indebidas a los votantes.
A estas expresiones de fraude, se les agregan la violencia ejercida contra la autonomía del ciudadano boliviano, las flagelaciones a opositores como al dirigente indígena Marcial Fabricano, y el enjuiciamiento criminal de candidatos contrarios al gobierno, mediante el engendro de conspiraciones contra líderes no sometidos al oficialismo.
Existe una ausencia total de cualquier control de constitucionalidad, ya que el vaciamiento del Tribunal Constitucional ha suprimido esta garantía. Las cortes electorales están amenazadas y subordinadas al gobierno. Producto de este absolutismo jurídico es el encarcelamiento y silenciamiento del Prefecto de Pando y candidato a la vicepresidencia de un frente opositor, como también la impunidad de Evo Morales que ha declarado públicamente que mandará a la cárcel a Manfred Reyes, su principal contrincante electoral.
Según declaraciones del propio Morales, hechas públicas la semana pasada, luego de las elecciones habrá obtenido la mayoría necesaria del senado “para nombrar y controlar la Corte Suprema de Justicia y el Tribunal Constitucional”. Esto es que, después del domingo 6 de diciembre Evo tiene “el poder total”.
Así lo reconoció uno de los fundadores del partido de Evo, el dirigente minero y ex senador Filemón Escobar, quien declaró que luego de estas elecciones, Evo Morales constituirá un “estado estalinista”, que le permitirá eliminar impunemente a todos su opositores.
Ninguno de estos elementos se difunden en el mundo. Si se conocen, no parecen haber llamado la atención sobre esta forma “peculiar de acción política” que ya no se puede llamar democracia.
Sólo voces aisladas se levantan sobre esta situación de Bolivia, que no parece inquietar a nadie desde hace varios años. Mary O’ Grady, desde su columna del Wall Street Journal, constituye una excepción, al haber remarcado que esta elección es el “fin de la democracia boliviana”.
El llamado triunfo de Evo Morales con mas del 61% de votos, no es sino el resultado fraudulento de un iter criminis de varios años que ha terminado el domingo pasado con la liquidación de la democracia en Bolivia y la institución de un poder totalitario. Acabaron con la democracia usando el voto!
*Abogado constitucionalista, Master en Ciencia Política, ex ministro y parlamentario boliviano.