La historia muestra casos de toma parcial del poder por el narcotráfico o de control temporal como candidatos o parlamentarios en Colombia, o el dictador Noriega en Panamá. Sin embargo, hasta la alianza entre Hugo Chávez y Fidel Castro que integró el denominado movimiento bolivariano, socialismo del siglo XXI o simplemente “castrochavismo” , nunca se había visto el control de varios países desde los que se cometen todos los delitos de narcotráfico y se les defiende internacionalmente.
El neologismo de “narcoestado” describe a los “países cuyas instituciones políticas están influenciadas de manera importante por el narcotráfico, y cuyos dirigentes son al mismo tiempo funcionarios gubernamentales y miembros de las redes de producción o tráfico de drogas narcóticas ilegales, amparándose en sus potestades legales para la actividad criminal”. Medios de prensa, representantes internacionales, estudiosos e incluso la evidencia de fallos judiciales, dan a Venezuela con Nicolás Maduro y a Bolivia con Evo Morales la condición de narcoestados.
Algunas pruebas en el caso de Venezuela son los sobrinos de la esposa del dictador Maduro condenados por narcotráfico en Nueva York, o la acción de salvataje desde Aruba como cuestión de estado de Venezuela del general exjefe de la inteligencia del régimen “pollo Carvajal” para evitar su extradición a EEUU. Hoy Venezuela está señalada como el “eje del narcotráfico” de cocaína de las FARC de Colombia y con ruta oficial de tráfico desde el territorio boliviano controlado por Evo Morales.
En Bolivia, el líder máximo y perpetuo de los cocaleros, Evo Morales, es el jefe del estado plurinacional donde “por ley” ha incrementado en 83% el cultivo de coca “legal” de 12.000 a 22.000 hectáreas y ha llevado la coca ilegal de 3.000 hectáreas existentes el año 2003 en que derrocaron al Presidente Sánchez de Lozada, a 50.000 hectáreas. Los sindicatos cocaleros del Trópico de Cochabamba son su principal base política de movilización y de represión, como en la masacre de Cochabamba de 11 de enero de 2007. Los cocaleros de Morales se han integrado -bajo protección del estado- a la producción de cocaína.
El Senador Roger Pinto, hoy muerto en un “accidente de aviación” en curso de investigación en Brasil, fue perseguido, forzado a refugiarse en la embajada de Brasil en la Paz y luego exiliado, por haber denunciado a Evo Morales la conexión de vuelos oficiales con droga de Bolivia a Venezuela. El jefe antinarcóticos de Evo Morales, coronel René Sanabria, fue detenido por la DEA traficando cocaína y está sentenciado por jueces de EEUU donde cumple prisión.
Ambos regímenes, los de Venezuela y Bolivia, han expulsado a la DEA que cumplía tareas de inteligencia y coordinación internacional con altos niveles de eficiencia en la lucha contra el narcotráfico y han expulsado a los embajadores de los EEUU. Rafael Correa en Ecuador, en la misma política pronarcotráfico disfrazada de antiimperialismo, expulsó a la DEA, al Embajador y retiró a los EEUU la base antinarcóticos de Manta.
Además los narcoestados defienden su actividad ilícita como tema de política internacional: Evo Morales en sus discursos en la ONU -apoyado por Cuba, Venezuela, Ecuador, Nicaragua- ha pedido la despenalización, ha acusado a la DEA de los propios crímenes de Morales como es su hábito y ha proclamado que “la lucha contra el narcotráfico es un instrumento del imperialismo”.
Brasil, Argentina y Chile, inundados por la droga desde Bolivia, han empezado a tomar acciones, el gobierno de Colombia ya reacciona contra la dictadura de Venezuela, Ecuador parece que sale del grupo de narcoestados y la embajadora de los EEUU en la ONU, Nikki Haley, ha calificado a “Venezuela de narcoestado violento que amenaza al mundo”.