(Diario Las Américas) La dictadura en Bolivia ya está en evidencia internacional y agregada a la lista de Cuba, Venezuela y Nicaragua. La gravedad y reincidencia de sus crímenes impone la perpetuación indefinida de Evo Morales en el poder, por necesidad de impunidad, pero señala al propio tiempo su final. Reproducen en Bolivia el modelo aplicado en Cuba, Venezuela, Nicaragua y Ecuador. El pueblo boliviano ha empezado a luchar para rescatar la democracia y la República, pero urge identificar el adversario en el castrochavismo como transnacional de dictaduras que ha implantado el narco estado plurinacional fallido en Bolivia.
El castrochavismo se establece a perpetuidad, para siempre, bajo el modelo de los dictadores Castro de Cuba que dejan el gobierno cuando se mueren o cuando pierden las capacidades físicas para ejercerlo. Así lo hizo Fidel y ahora Raúl Castro. El dictador Hugo Chávez pasó por eso y solo la muerte lo separó del ejercicio totalitario del gobierno. Rafael Correa creyó que podía entregar temporalmente el gobierno reteniendo el poder, pero la crisis económica a la que llevó al Ecuador, el rechazo extremo a su persona y el dudoso triunfo electoral de su partido, hacen que su mismo régimen lo desprecie.
Los dictadores liquidan la democracia e imponen un “nuevo orden legal” para su beneficio y para el cumplimiento de su principal propósito que es la concentración total del poder indefinidamente. Todo el poder en sus manos y para siempre es objetivo de los gobernantes de Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, hasta hace poco de Ecuador con Correa y ahora con esperanza de cambio. De esta manera hay “dos Américas” la democrática y la dictatorial.
Suplantan las constituciones y hasta el nombre del país, modifican los símbolos nacionales y agregan otros, crean nuevas denominaciones, violan los derechos humanos como practica institucionalizada, terminan con el estado de derecho, subvierten los principios universales del derecho, mantienen en la forma la división e independencia de los poderes públicos cuando en realidad manejan todo, hacen de las elecciones procesos de fraude y simulación, controlan la prensa, persiguen y encarcelan a los opositores reales y generan una oposición controlada. Intervienen con presencia castrista y corrompen los mandos militares y policiales para convertir las fuerzas armadas de la Nación en las fuerzas uniformadas del régimen.
Alientan el enfrentamiento interno, multiplicando los ejes de confrontación mas allá de la lucha de clases a la lucha regional, racial, de género, generaciones, barrios, gremios, creencias, religiones y todo lo que les permita debilitar el tejido social. Cambian los sistemas y contenidos de estudios para adoctrinar y entrenar en lugar de educar a la niñez y juventud e inventan su propia versión de la historia. Usan grupos de adoctrinamiento y formación política del castrismo cubano con fachadas como la alfabetización, educación y servicios médicos.
Imponen el estatismo y la concentración de la economía. Confiscan, intervienen y quiebran empresas a su elección, persiguen empresarios y crean la burguesía de la dictadura. Tienen la corrupción como elemento esencial. Disparan infinitamente la deuda externa y se apoderan de los recursos internos, liquidan la industria nacional, son entreguistas de recursos naturales y llevan a sus pueblos a crisis que los sumen en la miseria mientras los jerarcas del régimen, sus familias y entornos ostentan condición de nuevos ricos. Operan el narcotráfico al que justifican como instrumento de lucha antiimperialista para legitimar el crimen en sus narco estados.
Reemplazan el servicio publico por su sistema de delincuencia organizada que hace del Estado instrumento de crimen e impunidad con presentación populista y revolucionaria, dogmas de izquierda, discurso antiimperialista y antinorteamericano. Presentan abiertamente sus antiguas relaciones con grupos terroristas internacionales, dictaduras, estados fallidos y totalitarios, usando su número para protegerse y ocupar espacios en organismos internacionales.
En Bolivia liquidaron la República y crearon en el año 2009 un estado plurinacional del que Evo Morales se autoproclamó primer presidente; impusieron una constitución con retroactividad de la ley como instrumento de persecución política; confrontaron a los bolivianos con el falso discurso de indigenismo para exacerbar el racismo y la discriminación racial; pusieron en marcha la ruptura de la “nación boliviana” pretendiendo reemplazarla por 36 nacionalidades entre las que no está la boliviana; crearon un “narco estado” con el incremento de los cultivos de coca ilegal y ampliación innecesaria de la legal, integrando la producción de cocaína con organizaciones sindicales presididas por Evo Morales y que son el principal soporte político de su dictadura.
El acto que quitó toda duda sobre la dictadura en Bolivia fue el fallo del tribunal constitucional plurinacional declarando “inconstitucional su constitución” con la “aplicación preferente de un tratado internacional sobre la constitución” y declarando como “derecho humano de Evo Morales el poder reelegirse indefinidamente”. Acaban de simular la “elección de jueces” que ha sido ganada por el “voto nulo” que muestra el repudio de cerca del 70% de los bolivianos a la dictadura; sin embargo el régimen ha informado solo sobre los votos validos y ha dado por electos a sus nuevos títeres en el poder judicial.
Nada de lo que ha pasado y sucede ahora en Bolivia, que azota a Venezuela y Nicaragua desde hace tiempo, son proyectos nacionales creadas por Evo Morales, Maduro, Ortega y sus regímenes, es el modelo cubano de 60 años, reiniciado en 1999 con dinero y petróleo venezolanos y sostenido con recursos provenientes del crimen que va desde la corrupción hasta el narco. Es la realidad objetiva y el error que la estrategia no perdona es equivocarse en la identificación del adversario.