El antiimperialismo es una expresión política de fines del siglo XIX, utilizada por el inglés Jeremy Bentham, y su impulso en América se atribuye a Mark Twain, cuando en 1898 fundó la Liga Antiimperialista de los Estados Unidos para oponerse a la acción estadounidense en la guerra de independencia en Cuba. Twain consideraba a José Martí como “el primer formulador del pensamiento antiimperialista de América Latina” que “relacionaba desde su mismo origen el pensamiento antiimperialista con el sentimiento antinorteamericano”. Según Twain, Martí sostuvo que “los pueblos de América Latina son más libres y prósperos a medida que se apartan más de los Estados Unidos”.
El antiimperialismo sirvió a los movimientos de guerrilla castrista en la región. En la década de los setenta, el antiimperialismo formuló un programa político económico conocido como “programa de liberación nacional” fundado en la “independencia, soberanía y autodeterminación, oposición al imperialismo, antiamericanismo, industrialismo, promoción del mercado interno, rechazo a las empresas multinacionales, nacionalizaciones, empresas estatales, tercermundismo, unidad latinoamericana….”. En el siglo XXI, Castro, Chávez, Correa, Morales y Ortega difundieron ampliamente la vigencia del antiimperialismo considerando que “la globalización en si misma es un fenómeno imperialista” y aplicando programas estatistas, nacionalizadores y tercermundistas plagados de corrupción que han llevado a sus pueblos a crisis y retrocesos de consecuencias aún imprevisibles.
La invocación del antiimperialismo ha servido a los gobernantes del sistema “castrochavista” para acabar con las democracias en Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Ecuador…expandiendo el modelo castrista de Cuba con el control absoluto del poder, la desaparición del estado de derecho, el uso de la justicia para la persecución política encarcelamiento y exilio de opositores, el control de prensa, la manipulación electoral con la institucionalización del fraude y el ventajismo oficialista, la violación sistemática de los derechos humanos, la creación de “leyes infames” que garantizan su impunidad, la permanencia indefinida en el ejercicio del poder ……
El antiimperialismo también se ha usado para convertir a Venezuela (el país con las reservas petroleras mas grandes del mundo) en un país con crisis humanitaria, hambre y miseria. Los regímenes antiimperialistas de Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, unos mas pronto que otros, llevan a sus pueblos al abismo de deudas multimillonarias de montos secretos, al entreguismo de recursos naturales a chinos, rusos, iraníes, al retroceso tecnológico, al despilfarro del boom de los precios de las materias primas, al desarrollismo que trae mas pobreza, a la corrupción sin límites como el caso Odebrecht, a la creación de nuevos ricos en las familias y los entornos de Castro, Chávez, Maduro, Morales, Correa y Ortega.
Antiimperialismo es la “justificación ideológica” para instalar narcoestados y sostenerlos. Los regímenes del castrochavismo han puesto énfasis en el aliento y el crecimiento del narcotráfico con destino a los Estados Unidos como parte del componente de “antiamericanismo” del antiimperialismo, hasta el punto de lograr que hoy Venezuela con Nicolás Maduro y Bolivia con Evo Morales sean señaladas como narco estados, o sea como países “cuyas instituciones políticas se encuentran influenciadas por el narcotráfico y cuyos dirigentes desempeñan simultáneamente cargos como funcionarios gubernamentales y miembros de las redes de trafico, amparados por sus potestades legales”.
El concepto de “narcoestado” se cumple en el caso venezolano por el proceso judicial a los sobrinos de Maduro que ya admitieron que traficaban con drogas de las FARC, o el caso del “pollo Carvajal” liberado de manos de la DEA en un operativo oficial de estado (narco) de Venezuela, o el caso de Tareck El Aissami designado vicepresidente por el mismo Maduro…..y más. Se indica a Bolivia como “narcoestado” pues el Jefe Estado y de Gobierno Evo Morales es también el Jefe de los Sindicatos Cocaleros, que en su gestión han incrementado sus cultivos de coca ilegal (y con ellos de producción de droga) de 3.000 a más de 40.000 hectáreas y la coca legal de 12.000 a 20.000 hectáreas; el máximo jefe antinarcóticos de Evo Morales fue capturado en Panamá y condenado en Estados Unidos por narcotráfico; detenciones recientes en Brasil y Argentina muestran a miembros del gobierno de Morales como narcos mientras sus funcionarios y publicistas difunden noticias falsas contra opositores perseguidos y exiliados.
El semanario Veja, de Brasil, acaba de ofrecer datos actuales de presuntos “nexos entre La Paz, La Habana y los carteles mexicanos que introducen droga en suelo norteamericano”. El libro El Rey de la Cocaína: mi vida con Roberto Suarez Gómez y el nacimiento del primer narcoestado (Amazon.com) ofrece datos precisos sobre el rol del dictador Castro y su régimen en el tráfico de drogas desde los setentas. La relación FARC desde Colombia, Bolivia, Venezuela, Cuba, está fuera de duda en política, violencia y logística (narco). El incremento en la producción de cocaína está señalado como fuente de soporte a grupos terroristas islámicos también proclamados antiimperialistas. El antiimperiaismo es una coartada de los regímenes de delincuencia organizada que usan el narcotráfico como “arma antiimperialista”.