(Diario Las Américas) La maniobra de convocar una Asamblea Constituyente en Venezuela contra la voluntad del pueblo, sin legalidad ni legitimidad y como medio de perpetuación del gobierno de Nicolás Maduro, se ha convertido en la prueba de dictadura criminal, corrupta, antinacional y narcotraficante. La iniciativa de Maduro es un bumerán que pone en evidencia a los miembros y cómplices de las dictaduras del siglo XXI, haciendo visibles gobiernos e individuos que respaldan y sostienen la barbarie del castrismo en Venezuela y en la región. La Constituyente de Maduro, con la violencia y el fraude en el día de votación, es una estrepitosa derrota para todas las dictaduras.
Venezuela, el país petrolero más rico de las Américas, una de las democracias con mayor estabilidad en los períodos dictatoriales de la Guerra Fría, el que daba asilo y protección a los perseguidos políticos de la dictadura castrista y de las dictaduras militares, el importante fundador y miembro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, el país ejemplo de desarrollo y estabilidad fue llevado -con su propio dinero- a la crisis económica, política y social que vive hoy. La malversación y el uso corrupto de los recursos venezolanos por el castro-chavismo han configurado un país diferente, empobrecido, confrontado, intervenido, oprimido.
Hugo Chávez entregó Venezuela a la dictadura de Cuba haciendo que con los recursos del petróleo venezolano el agonizante régimen castrista se recree y expanda en el siglo XXI bajo la máscara de izquierda, populismo, socialismo, movimiento bolivariano, proyecto ALBA…., hasta que hoy no queda duda de que es castrismo puro y duro: dictadura.
La crisis producida por el castro-chavismo en la región tiene su más extrema expresión en Venezuela, donde la dictadura es resistida por un pueblo movilizado que no está dispuesto a seguir el camino por el que someten a Cuba desde hace 59 años. La lucha del pueblo y el liderazgo democrático llevó a la gran derrota del régimen el 6 de diciembre de 2015 (6D), cuando la oposición ganó el control de la Asamblea Nacional, situación que en lugar de generar un proceso de reconciliación nacional y de retorno a la institucionalidad democrática, motivó la puesta en ejecución de las más despreciables prácticas de la dictadura castrista.
Después de su derrota del 6D y de la posesión de la Asamblea Nacional el 5 de enero de 2016, Maduro profundizó la dictadura para desconocer al Poder Legislativo. Hizo más duras y notorias las condiciones que violaban desde hace años los elementos esenciales de la democracia. Desde Chávez no existía división e independencia de los órganos del poder público, el “Estado de derecho” había sido suplantado por la voluntad del jefe.
En condición terminal, Maduro convocó el 1ro. de mayo de 2017 a una Asamblea Constituyente para liquidar a la Asamblea Nacional, recuperar el control total del poder e institucionalizar el régimen dictatorial con organizaciones funcionales bajo su control. La protesta popular y de calle se volvieron permanentes y cada día el mundo empezó a recibir una prueba más de la dictadura castrista de Venezuela, de su ferocidad en la violación de derechos humanos, de sus crímenes, de su corrupción, de su narco Estado. El mundo está informado y convencido de que solo la fuerza ilegítima e ilegal sostiene a Maduro en el poder.
El secretario general de la OEA, Luis Almagro, que ya había puesto en evidencia la dictadura en 2016 con su primer informe sobre Venezuela, lideró la necesidad de que la OEA cumpla con sus principios y obligaciones de defensa de la democracia. México, Perú, Costa Rica, Argentina, Brasil, Estados Unidos y Canadá impulsaron el esfuerzo que pronto se extendió a Colombia, Chile, Panamá…, sin distinción ideológica de sus gobiernos, que entienden que el tema de Venezuela es la lucha por la democracia y por los derechos humanos. La respuesta fue la acción coordinada de las dictaduras del castrismo del siglo XXI, y Cuba, Bolivia, Ecuador y Nicaragua pasaron a la defensa frontal de la dictadura venezolana apremiando el apoyo de los países de Petrocaribe, que manejados por el interés en el petróleo venezolano manipulado por Cuba, dejaron vergonzosa evidencia de favores y sobornos.
La crisis sobrepasó la región, España se pronunció contra la dictadura de Maduro y la Unión Europea exigió al régimen de Venezuela que cese su intento de la Constituyente. La prensa internacional relata en todo el mundo los crímenes diarios de la dictadura castrista de Venezuela y el sacrificio del pueblo en defensa de su libertad con víctimas, héroes y actos heroicos. La Conferencia Episcopal de Venezuela censuró frontalmente a la dictadura y se opuso a la Constituyente logrando que el Vaticano y el papa Francisco abandonen el apoyo al régimen. La ONU demuestra la penetración e influencia del castrismo pero no queda indemne. Maduro acude a Putin y su condición de dictador queda más clara. Los congresos del mundo repudian la dictadura. Estados Unidos aumenta sanciones.
Es la crónica de la dictadura puesta en evidencia que marca la derrota de todo el grupo en la región, pues además de Venezuela, quedan señaladas Cuba, Bolivia, Ecuador y Nicaragua. Saben que también están en evidencia y han hecho de Venezuela y de Maduro su trinchera de resistencia
Las imágenes de la votación para la Constituyente de Maduro demuestran la falta absoluta de respaldo popular, la decidida oposición del pueblo, la persistencia de la dictadura en el abuso, la violación de los derechos humanos para simular democracia y suplantar la voluntad popular con fraude electoral, el control del poder solo por la fuerza de las armas. Un Gobierno de facto haciendo fraude que con cifras y datos falsos trata de prorrogar por unos días su permanencia e impunidad, pero que solo hace más dura y pronta su caída.