(Diario Las Américas) Las recurrentes e impunes acciones de persecución, utilización de la justicia para reprimir, atentados contra la libertad de expresión y de prensa, corrupción e impunidad, permanencia indefinida en el Gobierno y violación de los derechos humanos que los gobiernos de Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua realizan como política de Estado, condenan a sus ciudadanos a indefensión.
La indefensión es la situación por la cual un ciudadano o grupo es limitado o despojado por las autoridades de los medios, garantía y defensa de sus derechos. Es resultado del abuso de poder y la arbitrariedad. Es la violación del “Estado de derecho” por el atropello de los detentadores del poder, que hacen desaparecer el principio de igualdad ante la ley. La indefensión generalizada es señal de la vigencia de una dictadura.
En Cuba la “indefensión colectiva” está institucionalizada, entre otras, por la “ley de peligrosidad predelictiva” con la que el régimen enjuicia y sanciona a un individuo sólo por suponer que éste puede cometer un delito en el futuro, de manera que en lugar de presumir la inocencia, se determina “legalmente” la culpabilidad previa a la comisión del delito. Los miles de cubanos que han pasado por las cárceles de la dictadura y los que aún permanecen en ellas son testimonio vivo de indefensión. El sacerdote cubano José Conrado Rodríguez afirma que el pueblo cubano vive en la indefensión y denuncia hoy “la violación constante y no justificable de los derechos humanos en Cuba”.
Venezuela muestra la situación de María Corina Machado, excluida de la Asamblea Nacional y arraigada; la condición de presos políticos de Leopoldo López, Antonio Ledesma y decenas de venezolanos más; las normas electorales y la manipulación de tribunales encargados del fraude a favor del Gobierno; las leyes, reglamentos y decisiones de la dictadura en control de todos los órganos del Estado para que las acusaciones, allanamientos, detenciones y sentencias sean “legales”. En Venezuela, el dictador decreta previamente el linchamiento público de sus víctimas y el sistema lo ejecuta “legalmente”. La gente no puede hacer nada y lo que haga no sirve, eso es indefensión.
En Ecuador, la indefensión está probada por casos como El Universo, los procesos contra periodistas, el asambleísta Clever Jiménez y el periodista Fernando Villavicencio, los indígenas, el caricaturista Bonill, y decenas de persecuciones judicializadas y mandatos para limitar derechos fundamentales. La “ley mordaza” es la institucionalización de la indefensión. La indefensión está actuando con la reelección indefinida que Rafael Correa busca y que obtendrá manipulando y evitando la consulta popular.
En Bolivia, las acciones iniciadas por Evo Morales y la manipulación de la justicia encubren decenas de masacres, han generado centenas de presos y exiliados políticos, autocensurados y miles de asustados y sometidos. El norteamericano Jacobo Ostreicher, preso por 18 meses y rescatado de la dictadura boliviana en un operativo de película, es testimonio indefensión. La Constitución de Morales impone la “retroactividad de la ley” para dictar leyes retroactivas con tipos delictivos a posteriori y criminalizar a los que representan una amenaza para su permanencia indefinida en el poder; es corrupción con el pretexto de combatirla; es constitucionalizar la indefensión. Los indígenas avasallados y despojados para que Morales extienda cultivos de coca ilegal, son víctimas de indefensión.
En Nicaragua, el nepotismo de Daniel Ortega le permite nombrar canciller en funciones a su esposa y asesoras presidenciales a sus hijas Camila y Luciana, para practicar corrupción viajando a la cumbre de la CELAC; su hijo Laureano Facundo es “asesor” de promoción de inversiones para Nicaragua. Transparencia Internacional califica a Nicaragua como “el país más corrupto de Centroamérica”, superado por Venezuela, considerado “el país más corrupto del continente”. Ortega ya ha conseguido la reelección indefinida con una simple reforma constitucional y controla todos los poderes públicos. Es la indefensión, nadie puede hacer nada frente a delitos y atropellos.
Hay que denunciar, persistir y resistir. Hay que recuperar la democracia. Se derrota la indefensión con prensa libre, independencia de poderes, alternancia en el Gobierno, transparencia y rendición de cuentas. Un poco de solidaridad internacional ayudaría.