(Diario Las Américas) Para salvar a los israelitas de la opresión en Egipto, luego del rechazo inicial, Moisés pidió diez veces al faraón que los liberara y después de cada negativa Dios envió una plaga. El faraón rehusó hasta la última plaga, pero la misma noche de la décima les dijo «váyanse» y el pueblo judío fue liberado. En la situación por la que atraviesa actualmente Venezuela, el dictador Maduro ya sufre varias plagas por no devolver la libertad y la democracia al pueblo venezolano, por no irse. ¿Cuántas plagas requiere Maduro para irse?
El pueblo judío celebra en estos días el «Hagadá de Pesaj», el «camino a la libertad», el éxodo de Egipto hacia la tierra prometida. La historia en El Éxodo describe las diez plagas que Dios envió sobre Egipto por negarse el faraón a dar libertad a los hijos de Israel. Las mismas fueron: la plaga de la sangre, de las ranas, de los piojos, del ganado, de la peste, de la sarna, del granizo, de las langostas, de la oscuridad y de la muerte de los primogénitos. Esta celebración y el texto histórico milenario nos enseñan que los opresores no cesan en las vejaciones, humillaciones, violencia y tiranía si no es bajo presión y poder.
Hoy el pueblo venezolano está luchando por su libertad y, a diferencia de los judíos en Egipto que querían salir del país que los esclavizaba, los venezolanos para ser libres esperan que el opresor se vaya. El Gobierno de Maduro ha hecho de Venezuela un Estado en el que no se cumple ninguno de los elementos esenciales de la democracia. Maduro permanece en el poder a costa de la vida, del hambre, de la libertad y del dolor de su pueblo, sostenido por la red de dictadores de Cuba, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, que temen que su caída los arrastre.
Maduro carece hoy de legalidad y legitimidad para gobernar Venezuela. Su ilegalidad es de origen por la simulación, fraude y manipulación de la muerte de Hugo Chávez, de quien se instituyó en sucesor con falsificación, violando la constitución y las leyes chavistas, y por el fraude electoral con el que se proclamó presidente luego de haber perdido las elecciones ante el candidato Capriles. Su ilegitimidad es de origen y de ejercicio, porque llegó al poder ilegalmente y se mantiene en él violando los derechos humanos, concentrando todos los poderes del Estado en sí mismo, en un régimen de corrupción, bajo intervención extranjera y con un respaldo popular menor al 20%.
Las plagas que hasta ahora sufren Maduro y su régimen son ya siete: la inflación; el desabastecimiento alimentario, sanitario y de todo orden; la caída del precio del petróleo; la inseguridad ciudadana; las protestas populares con asesinatos de Estado y presos políticos; el narcoestado y la corrupción; y la normalización de relaciones Estados Unidos-Cuba.
Se está formando la octava plaga para la dictadura, que es la presión internacional: el Parlamento Europeo se ha pronunciado, Estados Unidos han sancionado, algunos líderes latinoamericanos están recordando que hay que defender la democracia y hasta Costa Rica ha destituido a su embajador en Venezuela por apoyar a Maduro. La dictadura venezolana se ha puesto a gritar porque el expresidente español Felipe González se ha propuesto defender a los presos políticos, porque en verdad lo que defiende es la democracia frente a la dictadura.
Las plagas restantes, para cumplir con el ejemplo histórico y que la libertad llegue a Venezuela con la terminación de la dictadura, parecen venir de las Fuerzas Armadas de Venezuela; de la intervención castrista; de más violencia; más corrupción en el círculo íntimo del poder, en su propia familia y en la de su predecesor Hugo Chávez; de sus extraordinaria incapacidad para gobernar; o de traiciones internas. Habrá que ver qué sucede primero o que más puede suceder.
Lo cierto es que el dictador Venezolano está llegando al límite y si Maduro necesita de diez plagas para permitir la libertad del pueblo venezolano, puede que no vayan a tardar mucho más. Parece llegar el tiempo en que Maduro diga el «me voy» que los venezolanos están esperando.