(Diario Las Américas) MIAMI.- En los últimos quince años, el Gobierno totalitario de Cuba ha pasado de ser una aislada y miserable dictadura al foco de atención de la región, convirtiéndose en actor real en las relaciones internacionales y en temas de política interna de los países de la región. La dictadura castrista tiene el control directo en por lo menos cinco países, tiene influencia y ha subordinado por razones ideológicas y hasta sentimentales a varios gobiernos, e influye en los otros gobiernos por una mezcla de temor y pragmatismo. América Latina está liderada o controlada por la dictadura castrista.
El origen de este fenómeno de la dictadura cubana -que agonizaba en el período especial- fue el proyecto político de Hugo Chávez y Fidel Castro, en principio de sobrevivencia y asistencia recíproca. Chávez necesitaba mantenerse en el poder y Castro necesitaba comida y petróleo. De la atención de esas necesidades básicas pasaron al desarrollo del soñado expansionismo comunista en las Américas, aquel que fracasó por la vía guerrillera y subversiva en los años sesenta y setenta.
Mientras el Sistema Interamericano se dedicaba a la democracia en la región con la aprobación de la Carta Democrática Interamericana en septiembre de 2001, el proyecto del dinero venezolano y la subversión castrista, iniciaban su expansión con el objetivo de controlar América Latina. El discurso antisistema, antipartidista, antiimperialista, populista, la crisis económica al empezar el nuevo milenio, la operación de los servicios especiales cubanos, la generación y administración de la violencia, y el dinero sin límite, fueron los fundamentos del sofisma llamado hoy “socialismo del siglo XXI”.
La estrategia castrista en el siglo XXI es la de usar los mecanismos de la democracia misma, sus oportunidades y debilidades para la toma del poder por parte de operadores locales incondicionales. Aseguraron Venezuela donde se puso en marcha la creación de una “nueva institucionalidad” que “legalice” el control total de poder y la permanencia indefinida en el Gobierno del aliado esencial Hugo Chávez. Al mismo tiempo, ejecutaban acciones de desestabilización de gobiernos y sistemas en los países más vulnerables de la región.
Tomaron Ecuador, Bolivia, Nicaragua, que sumados a la misma Cuba y Venezuela, constituyen el bloque central del proyecto. Sustituyeron la institucionalidad democrática por la dictatorial mediante la suplantación constitucional y la represión judicializada, con muertos, presos y exiliados políticos. Con millones de dólares, préstamos, equipamiento, publicidad y prebenda con recursos provenientes de las arcas venezolanas, además de extraordinarios precios de las materias primas, viabilizaron la aventura “electoralizada”.
Con petróleo venezolano alinearon a los países del Caribe, acumularon votos y, ante la confusión de la región, designaron en la Organización de Estados Americanos (OEA) un secretario general subordinado y obsecuente, para incapacitar a la OEA desde adentro, debilitarla y servirse de ella, como lo prueban los hechos.
Pasaron por La Habana a los presidentes y jefes de Gobierno del sistema interamericano, como por un oráculo, y la dictadura logró que la OEA le ofreciera el retorno pleno a Cuba, para maniobrar con la indiferencia. Crearon mecanismos sustitutivos de la OEA, como UNASUR, donde igualaron al dictador como “presidente” entre los gobernantes de las democracias de la región. Hicieron de La Habana la puerta de entrada a América Latina para Irán, China, Rusia, Corea del Norte y otros aliados antiimperialistas.
La realidad objetiva muestra que hoy no hay políticos más influyentes sobre los gobiernos de América Latina que los dictadores Castro. Por ejemplo, el castrismo es anfitrión de las conversaciones de paz entre las FARC y Colombia(¡?). En las posesiones de presidentes democráticos, el dictador es la figura principal. Con la normalización de relaciones con Estados Unidos -bendición papal incluida- la Unión Europea se apresura en el mismo camino. La dictadura antiimperialista muestra que ha construido el “imperialismo castrista”.
La Séptima Cumbre de las Américas será el 10 y 11 de abril en Panamá y su tema central es la foto del presidente de la democracia mas importante del mundo y el jefe de la dictadura más antigua del hemisferio. Parece el momento de mayor triunfo del castrismo, pero es al mismo tiempo, el que marcará el principio de su final inevitable.