Carlos Sánchez Berzain*
MIAMI, 27 Abril 2011
El próximo 5 de junio el pueblo peruano elegirá presidente de la República. Nuevamente los ciudadanos peruanos están bajo el acoso de un proyecto transnacional y antidemocratico, que ha intentado desde hace más de una década hacerse del poder político en Perú por la vía de la violencia y por medio de elecciones: es el socialismo del siglo XXI que pretende incorporar a su dominio a un país que hasta ahora ha resistido defendiendo su democracia y la ruta de progreso que lo hace uno de los más exitosos de Latianoamerica.
El socialismo del siglo XXI, llamado también proyecto bolivariano o grupo del Alba (Alianza Bolivariana para las Américas) nacido de la alianza entre Caracas y La Habana, recreó a principios de este siglo el foquismo castrista de la década de los sesenta y lo convirtió en foquismo electoral, reemplazandoló eventualmente por el manejo de elecciones. Como resultado de la alianza entre Caracas y La Habana, Castro tuvo ingresos de dinero y petróleo que lo salvaron de la agonía económica que sufría a fines de los noventa y Hugo Chávez obtuvo seguridad, el proyecto político y la experiencia (know how), de la dictadura más antigua y duradera del hemisferio.
Los demócratas latinoamericanos tardamos mucho en percibir este proyecto transnacional, neo- imperialista y autoritario. Hoy aún, muchos políticos, empresarios, académicos y ciudadanos no ven la verdadera naturaleza de un poder político regional que controla dictatorialmente Cuba y que, destrozando las democracias está llevando en ese camino a Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua; que intentó, y sigue intentando tomar Honduras. El proyecto tiene, por otra parte, gran influencia en otros paises que, como Argentina se han sometido a su poder económico y al discurso y mecanismos populistas.
Una caracteristica esencial del socialismo del siglo XXI es que viene disfrazado de democracia, con presentación popular y discurso de pretender terminar con la exclusion, la pobreza, el racismo, o cualquier otro elemento que se aplique a la realidad del país donde operan. Su discurso fundamental (anti capitalista, anti imperialista y anti norteamericano), se disfraza de democracia hasta que toman el poder. Sus políticas estatistas y centralistas sólo buscan la concentración total del poder y la permanencia indefinida en el mismo, a través de la reforma constitucional, bajo un modelo provisto por pseudo académicos de una universidad española, con los que han articulado hasta un doctorado de Derecho Constitucional en La Habana.
Entre los medios de acción usados por este “socialismo del siglo XXI” se encuentran la campaña de desprestigio del sistema de partidos políticos, buscando su eliminación, la creación o aprovechamiento de crisis, y la exacerbación de confrontaciónes internas o externas, como el reciente caso de Nicaragua. Obtenido el poder, desatan la persecusión de políticos, periodistas, empresarios y de toda persona que disienta o tenga proyección. El objeto es amedrentarlos con el terror, apoderarse de empresas, medios de comunicación y recursos, con el fin de cortar llibertades económicas, de expesión y financiamiento a iniciativas democráticas; los instrumentos utilizados, incluyen, entre otros, la politización de la justicia para perseguir y anular a los opositores, creando delitos y procesos en manos de una justicia propia y/o servil.
Estos paises, controlados por el proyecto cubano-venezolano, mantienen presos políticos, perseguidos y exiliados. Confiscan medios de comunicación y atentan contra la libertad de prensa; desconocen el derecho de propiedad y violan los sistematicamente los derechos humanos en nombre de una revolución que pretenden permanente pese a su fracaso económico, social y político.
El resultado incluye una nueva categoría de ricos, los amigos del poder; mayor desigualdad, ya que la “nomenclatura revolucionaria” accede a recursos inalcanzables para los ciudadanos comunes; incremento de la corrupción, crisis económica, y niveles alarmantes de inseguridad. El narcotráfico termina por enseñorearse convirtiendo a los estados en cuasi fallidos. Estos paises han retrocedido -gracias a este proceso- entre 30 y 40 años en sus avances democráticos, sociales, institucionales y económicos.
Bajo este panorama, Perú enfrenta un enorme desafío. Tal como se ha configurado la segunda vuelta se presenta como una decision que los peruanos tendrán que hacer escogiendo entre dos el mal menor: Ollanta Humala y Keiko Fujimori, de Gana Perú y Fuerza 2011, respectivamente. Hace pocas semanas, Toledo parecía en ganador nato.
El primer candidato , un ex militar golpista comprometido con el “socialismo del siglo XXI” liderado por Chávez, lo que le impidió acceder al poder en la elección que lo enfrentó a Alan García. El Perú escogió en aquella oportunidad lo que consideró el mal menor y le fue bien: el país muestra excelentes índices económicos en crecimiento, control de la inflación, exportaciones e inversión extranjera.
La segunda candidata, la hija de Alberto Fujimori, condenado por delitos producidos durante su gobierno, un régimen que ha sido repudiado por el pueblo peruano y la sociedad internacional.
La última encuesta realizada por IPSOS muestra una intención de voto del 42% por el candidato Humala y 36% por Keiko Fujimori. Los indecisos y los que han anunciado su voto en blanco suman aproximadamente el 22% y seguramente serán los que inclinen la balanza electoral por alguno de los candidatos.
Cómo elegir entre dos males?
Humala busca distanciarse de Chavez, pero no contesta ni explica cómo o quién ha financiado su campaña electoral que ya dura más de 10 años (no es dato menor la existencia de un centenar de casas ALBA en Perú, como ha sido expuesto en el Instituto Interamericano para la Democracia). No quiere que lo identifiquen con Chávez y está cambiando su discurso. El lunes pasado expresó que en caso de ganar el duelo electoral se propone reforzar las relaciones de Perú con Brasil, Chile y los Estados Unidos. Niega que tenga la menor intención de incluir su país dentro de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) y afirma que su modelo es “el Brasil de Lula”. Si los peruanos deciden creerle, Humala será el próximo presidente.
Sin embargo lo que Humala no ha podido aclarar es quien paga los gastos de su campaña electoral desde hace más de diez años, cómo financian las casas del Alba y su relación con ellas, quienes y de donde vienen sus principales asesores de campaña y sobre todo …..si lo que dice ahora es verdad cómo pagará la inversión que sus socios Chavez, Castro, Morales, Correa y Ortega han venido haciendo en la expasión de su proyecto?
La otra candidata, joven y mujer podría estar pagando el precio de ser hija de Alberto Fujimori, tema que la propaganda bolivariana ha convertido en una mancha y un pecado capital, pero tampoco puede ignorarse que ese hecho fue un elemento de su lanzamiento. Para peor, Keiko se defiende mal porque da batalla en su espacio. En una entrevista en la emisora Radioprogramas de Lima la candidata ha afimado: “Yo no soy Alberto Fujimori. Los hijos no cargamos las responsabilidades de los padres. Quienes me conocen saben que tengo coincidencias, pero también grandes discrepancias con mi padre”
La campaña contra la candidata Fujimori tiene cuanto menos un gran componente de discriminación por ser mujer, por su juventud y por ser hija de su padre. Una persona es responsable por sus actos y no de los de su progenitor. Los éxitos o errores no pueden ni deben ser hereditarios y menos ser cuestión de una campaña electoral. En 2006, Keiko Fujimori alcanzó las más alta votación en la historia del país para el Congreso y no existen antecedentes de que la Sra. Fujimori haya realizado acciones bajo su responsabilidad política contra la democracia.
En todo caso es el pueblo peruano el que decidirá -según dicen- por el mal menor. Quienes observamos los procesos ya ocurridos en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y otros intentos, vemos el discurso de Humala solo repetición de los de Chávez, Morales, Correa y Ortega, no podemos menos que alertar a quienes al parecer estan escuchando la “democratización tan oportuna de Humala”. El discurso actual del candidato del socialismo del siglo XXI en el Perú se encuadra dentro del engaño propio de este proyecto transnacional y solo representa una postura electoral necesaria para su acceso al poder.
Sólo deseamos que la observación de la realidad en paises hermanos por parte de los ciudadanos peruanos, les permita advertir el riesgo en que se encuentra el Perú para que en lugar de votar por el mal menor voten contra el mal conocido y contra el daño irreparable.
Ojalá no se equivoquen.
*Abogado Constitucionalista,