Carlos Sánchez Berzaín entrevistado por Marián de la Fuente: Analisis de la región y en el caso de Venezuela pregunta: ¿Cuál es el plan de González Urrutia y María Corina Machado para lograr la liberación de Venezuela? La inacción no es una opción.
La dictadura de Nicolás Maduro ha consolidado un control ilegítimo sobre el país, apoyado por actores internacionales como Cuba y Nicaragua, lo que ha llevado a una ocupación criminal transnacional de Venezuela. Esta situación se enmarca dentro de una confrontación global más amplia, en la que las dictaduras de América Latina, sostenidas por el socialismo del siglo XXI, desafían los valores democráticos mediante agresiones y la guerra híbrida.
La «guerra híbrida» se ha convertido en la estrategia predominante de los regímenes totalitarios, especialmente en América Latina, donde las dictaduras de Cuba, Venezuela, Nicaragua, y Bolivia utilizan tácticas no convencionales para desestabilizar a las democracias de la región. Estas agresiones, que van desde el narcotráfico hasta la migración forzada, permiten a los dictadores negar su involucramiento directo, mientras destruyen el tejido social y político de los países democráticos.
El ascenso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos marcó un giro en la política exterior, con un enfoque claro en combatir el crimen organizado transnacional. En este contexto, las dictaduras de Venezuela, Cuba, Bolivia y Nicaragua son vistas como piezas clave de un sistema criminal que emplea la violencia, el narcotráfico, y la violación de los derechos humanos para consolidar su poder. La dictadura de Maduro ha tomado decisiones que evidencian su acercamiento a estos regímenes, incluyendo la proclamación pública de la preparación de fuerzas armadas para atacar las democracias de la región.
Ante este panorama, se hace urgente la necesidad de recuperar la soberanía del pueblo venezolano. Los líderes legítimos, como María Corina Machado y Edmundo González Urrutia, tienen el mandato del pueblo para asumir el poder, pero la falta de un acto formal de posesión limita su capacidad de gobernar. Es fundamental que la comunidad internacional respalde a estos líderes y que se dé un paso decisivo para restablecer la democracia en Venezuela, a través de la formación de un gobierno y mediante el uso legítimo de la fuerza, en caso necesario, para erradicar la ocupación ilegal que ha tomado control del país.
El problema de las dictaduras en América Latina no se limita a Venezuela. Bolivia, Ecuador y otros países de la región también enfrentan amenazas provenientes de los operadores del socialismo del siglo XXI, quienes buscan mantener su control político mediante maniobras electorales y apoyos internacionales de regímenes como el de Cuba y Venezuela. En Bolivia, la disputa entre Evo Morales, Luis Arce y otros actores, refleja una lucha por el poder que está siendo influenciada desde el exterior, con el respaldo de actores como Rusia y China, interesados en los recursos naturales del país.
La clave para entender estos conflictos es reconocer que detrás de los líderes como Morales y Correa, existen fuerzas transnacionales que apoyan sus agendas y que están dispuestas a intervenir para mantener el control de la región. Este fenómeno también se refleja en los esfuerzos por mantener el poder a través de elecciones manipuladas, el uso del narcotráfico, y la represión de la oposición.
La política de Estados Unidos, bajo la dirección de Marco Rubio y otros líderes clave, ha adoptado una postura clara frente a la crisis en América Latina. La lucha contra el crimen organizado y la defensa de la democracia son los pilares de esta política. El apoyo a las fuerzas democráticas en países como Venezuela, Bolivia y Nicaragua es esencial para contrarrestar la expansión del socialismo del siglo XXI y sus aliados internacionales.
Lo que está en juego no es solo el futuro de Venezuela; es el futuro de la democracia en la región y su relación con el resto del mundo. La ocupación de Venezuela por un régimen criminal debe ser enfrentada con urgencia, y los líderes democráticos deben tomar decisiones claras para restaurar el orden constitucional. La comunidad internacional tiene un papel crucial en este proceso, pero la voluntad de los pueblos de América Latina será la clave para superar las dictaduras y garantizar un futuro democrático para las generaciones venideras.