El irreversible camino hacia la libertad en las Américas señala el fin de las dictaduras

Carlos Sánchez Berzaín entrevistado por Luis Galeano en «Café con voz»: La reciente reunión del ALBA celebrada en Venezuela ha evidenciado no solo la decadencia de este bloque, sino también la desesperación de las dictaduras que lo integran. En un tiempo, estos encuentros eran espacios multitudinarios, respaldados por la «generosidad» petrolera de Hugo Chávez hacia PetroCaribe. Hoy, sin embargo, la situación es muy diferente. La reunión apenas ha contado con la presencia de las dictaduras de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua, y demuestra la incapacidad económica de Cuba para sostener los costos logísticos. La participación de representantes de bajo perfil provenientes de pequeños países del Caribe confirma el declive de un sistema que se encuentra en sus últimos momentos.

Esta reunión del ALBA no ha sido más que un intento desesperado de las dictaduras por atrincherarse frente a un cambio inevitable en América Latina y el mundo. Los pueblos, que durante años han sido víctimas de regímenes autoritarios, están recuperando su voz y su libertad. Ejemplo de ello es el reciente proceso electoral en Venezuela, donde la figura de Edmundo González Urrutia ha emergido como presidente electo y María Corina Machado como líder indiscutible de la democracia venezolana. Además, el contexto internacional también está cambiando. La posibilidad de un nuevo gobierno estadounidense con Donald Trump y figuras como Marco Rubio en la Secretaría de Estado promete un compromiso firme en la defensa de la democracia y los derechos humanos en la región.

Las dictaduras de Cuba, Nicaragua, Bolivia y Venezuela están perdiendo el control que han ejercido durante décadas. La represión, el terrorismo de Estado, las migraciones forzadas y el narcotráfico como mecanismo de financiación ya no son suficientes para sostener su poder. Estos regímenes han agotado los recursos económicos de sus países, han perdido el respaldo popular y carecen de una narrativa creíble. La supuesta revolución cubana, el «proceso de cambio» en Bolivia y el discurso bolivariano de Venezuela han quedado al descubierto como meras excusas para encubrir la corrupción y el enriquecimiento ilícito de sus cúpulas.

El final de estos regímenes no será producto de la casualidad, sino del sacrificio y la resistencia de miles de ciudadanos que, durante años, han enfrentado la represión. Presos políticos, exiliados, activistas y víctimas del crimen de Estado han desempeñado un papel fundamental en la denuncia y visibilización de los abusos cometidos por estas dictaduras. Esos esfuerzos, aunque invisibles para muchos, han allanado el camino para lo que hoy parece inevitable: la caída de los regímenes autoritarios en América Latina. La historia reciente de Siria, donde un dictador con el respaldo militar ruso fue derrotado, envía un mensaje claro a las dictaduras del continente: su tiempo se está acabando.

Uno de los pilares que ha sostenido a estas dictaduras es la existencia de opositores funcionales, es decir, individuos que, desde una aparente posición crítica, han facilitado la supervivencia del sistema autoritario. Estos personajes, que incluyen líderes políticos, jueces y funcionarios, han colaborado con los regímenes, simulando procesos democráticos o encubriendo actos de corrupción. Ejemplos claros pueden verse en Nicaragua, donde sectores de la oposición han legitimado elecciones fraudulentas, o en Bolivia, donde figuras como Carlos Mesa y Jorge Quiroga han contribuido a encubrir el golpe de Estado ejecutado por Evo Morales en el año 2003.

Se hace imperativo, por tanto, identificar y denunciar a estos opositores funcionales, junto con los actores que integran el sistema dictatorial: los sicarios judiciales, los operadores legislativos y los entornos de poder directo. La caída de las dictaduras no solo significa la salida de figuras como Maduro, Ortega o los Díaz-Canel, sino también la rendición de cuentas de todos aquellos que han contribuido a perpetuar estos regímenes. El camino hacia la libertad y la democracia es irreversible, y aquellos que se han beneficiado a costa del sufrimiento de los pueblos tendrán que enfrentar la justicia. Las dictaduras están cayendo, y con ellas caerán también sus cómplices.