Recuperar la democracia para acabar el terrorismo de Estado

Carlos Sánchez Berzaín entrevistado por Paola Saavedra: La situación política y judicial de Bolivia se encuentra en un estado alarmante, marcado por una dictadura electoralista. Este término describe un sistema donde, aunque se realizan elecciones, los resultados son controlados por el régimen en turno, perpetuando su poder bajo la apariencia de democracia, esta situación refleja un profundo deterioro de los valores democráticos, acompañado de prácticas de terrorismo de Estado judicializado que atentan contra los derechos humanos y la justicia independiente.

Uno de los ejemplos claros de esto radica en la reciente sentencia contra el expresidente Gonzalo Sánchez de Lozada «Goni» en el caso denominado «Petrocontratos». Esta sentencia es un ejemplo de persecución política que busca asesinar la reputación de opositores históricos al régimen actual. Además, el sistema judicial ha sido instrumentalizado para generar miedo en la población, replicando prácticas vistas en regímenes autoritarios como Cuba y Venezuela. Estas estrategias incluyen el uso de sentencias fabricadas, juicios sin debido proceso y la criminalización de la oposición.

El contexto histórico también juega un papel crucial. Desde la llegada al poder de Evo Morales en 2006, Bolivia ha experimentado transformaciones profundas que han liquidado la democracia, instaurado un sistema plurinacional basado en reformas constitucionales cuestionables y favorecido la consolidación de un narcoestado. Este proceso ha estado acompañado por una colaboración entre sectores opositores funcionales y el régimen, lo que dificulta cualquier esfuerzo genuino por restaurar la democracia. Figuras como Carlos Mesa y Jorge Quiroga han sido participantes de este sistema corrupto, beneficiándose de amnistías y acuerdos políticos a cambio de dividir el descontento popular.

En el plano económico, las consecuencias de estas políticas son devastadoras. Bolivia, que una vez se perfilaba como una potencia gasífera en Sudamérica, enfrenta ahora una crisis económica sin precedentes. La desaparición de reservas de gas, la falta de divisas, la dependencia del contrabando de gasolina y diésel, y la creciente pobreza reflejan un país sumido en el colapso financiero. Además, los recursos naturales estratégicos, como el litio, están siendo entregados a potencias extranjeras como China y Rusia, lo que profundiza la pérdida de soberanía nacional.

En cuanto al panorama electoral, las próximas elecciones representan un desafío monumental. A pesar de que el Movimiento al Socialismo (MAS) parece fragmentado, la maquinaria electoralista del régimen asegura su continuidad en el poder, para derrotar a la dictadura, es imperativo construir un frente de unidad nacional que no solo enfrente al régimen, sino también desplace a los opositores funcionales que contribuyen a perpetuar el sistema. Sin esta unidad, el fraude electoral y la manipulación del sistema continuarán marcando el rumbo político del país.

La salida de Bolivia de este estado requiere de una toma de conciencia colectiva sobre la verdadera naturaleza del régimen y la movilización de nuevas generaciones. La emergencia de liderazgos jóvenes, no contaminados por la política tradicional, es esencial para iniciar un proceso de transición hacia la democracia. Este proceso, sin embargo, no será sencillo, ya que implica enfrentarse a una estructura consolidada de poder que abarca tanto a actores nacionales como internacionales. Solo un movimiento amplio y decidido podrá devolver a Bolivia la libertad, la democracia y el respeto por los derechos humanos.

Programa “Cartas sobre la mesa”. Televisión Universitaria de La Paz.