Política Exterior de Estado de EEUU para Latinoamérica, deseable resultado de elecciones

Carlos Sánchez Berzaín entrevistado en Infobae: Durante el siglo XXI, la política exterior de Estados Unidos hacia América Latina ha experimentado cambios significativos, marcados por las administraciones demócratas y republicanas en el poder. Inicialmente, en la década de los 90, se estableció una política de Estado con una agenda conjunta para América Latina que incluía la defensa de la democracia, el respeto a los derechos humanos, el libre mercado y la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado. Este enfoque tuvo un impacto duradero, destacándose la creación de la Carta Democrática Interamericana, que estableció la democracia como un derecho de los pueblos de la región.

Sin embargo, los atentados del 11 de septiembre de 2001 y la llegada de Hugo Chávez al poder en Venezuela en 1999 representaron un punto de inflexión. Bajo la administración de George W. Bush y posteriormente con Barack Obama, Estados Unidos fue dejando de lado esta política exterior unificada hacia América Latina. En su lugar, surgieron estrategias que variaban según el partido en el poder, lo que dejó espacio para el fortalecimiento de gobiernos autoritarios en la región. Cuba, bajo su régimen socialista, y países aliados como Venezuela, Bolivia y Nicaragua promovieron un modelo de socialismo del siglo XXI, consolidando dictaduras en América Latina.

La expansión de este modelo dictatorial también ha traído consigo crisis migratorias y problemas de seguridad regional, ya que el socialismo del siglo XXI se ha caracterizado por recurrir a la migración forzada, el narcotráfico y el terrorismo como herramientas de influencia y poder. Estos problemas han tenido un impacto directo en Estados Unidos, que ahora enfrenta no solo el desafío de controlar sus fronteras, sino también la necesidad de atender las causas subyacentes en los países de origen de estos flujos migratorios. Se evidencia así una estrategia de las dictaduras, que han hecho de la migración un arma política.

Ante este panorama, Estados Unidos debería regresar a una política exterior de Estado basada en principios y valores fundamentales como la democracia, los derechos humanos y el libre mercado.