14 de enero de 2024
(Infobae.com) La campaña de legitimación del crimen en las Américas ha resultado tan exitosa que hoy se presenta como expresión, social, artística, cultural y política. Grupos de presión, música popular, novelas, series de televisión, producciones cinematográficas, propuestas de campañas electorales y posiciones de gobierno y de oposición, se expresan y operan a favor de la despenalización, la reducción de penas, el cambio de tipos delictivos, el perdón de graves delitos cometidos por delincuentes que buscan y obtienen impunidad. Es parte de las operaciones del socialismo del siglo 21 y la crisis de que es víctima Ecuador debe ser el punto de quiebre para terminar con la legitimación del crimen.
Legitimación quiere decir “legalizar, certificar, validar y reconocer”. Consiste en dar condición de legal o aceptable a algo que es y esta señalado y establecido como ilegal, invalido, inaceptable y criminal. Los efectos de la legitimación provienen de sus promotores y del objetivo a lograr en el ámbito jurídico, social, económico, político. Legitimar algo es convertir en aceptable lo que no es, los delitos y crímenes en acciones normales, ámbito en que la legitimación es otra forma de delito.
La legitimación del crimen interesa a los criminales que siempre han buscado la justificación de sus actos antisociales con argumentos de interés común, falsa moral o disfraz político. Convertir una conspiración o un asalto en revolución, transformar el asesinato en un acto justicia popular, tornar el narcotráfico en lucha antimperialista, presentar los presos políticos y la tortura como defensa de la revolución, el asalto y las confiscaciones como recuperación del patrimonio popular, el terrorismo como conflicto, convertir la coca y la cocaína en defensa de la tierra, el atraco en lucha contra la pobreza, el tráfico de personas y el esclavismo en internacionalismo, el adoctrinamiento criminal en educación….
Durante los últimos 25 años, el socialismo del siglo 21 o castrochavismo ha producido y difundido programas y narrativas de legitimación del crimen, de protección de los delincuentes y de impunidad. Lo prueban los efectos de los denominados tratados de paz de Colombia con las FARC o de “la Habana” por los que han convertido en senadores y diputados y en políticos, a terroristas, narcotraficantes, asesinos, violadores de menores y perpetradores de los peores crímenes mientras proceden a perseguir y encarcelar asesinando la reputación de quienes defendieron a la sociedad, la vigencia de la ley y el “estado de derecho” atribuyéndoles falsamente la violación de derechos humanos que los criminales perpetraron y que motivaron la acción del Estado y sus órganos.
Argentina con miles de presos militares que derrotaron el terrorismo urbano mientras los perpetradores y sus cómplices detentaban el poder con corrupción en los gobiernos Kirchner, es otro éxito de la legitimación delictiva. En Bolivia a nombre de la defensa de la tierra (la Pachamama) convirtieron el narcotráfico en el medio de ascenso social y político más rápido y han transformaron al guerrillero Guevara de asesino invasor en falso héroe. En Perú la derrota de las guerrillas terroristas y narcos del MRTA y Sendero Luminoso las convirtieron en “conflicto”. En México con López Obrador y sus “abrazos y no balazos”…en Brasil el “Lava Jato” que llevó a Lula da Silva a la Cárcel y comprometió a toda la región en el caso mas grave de corrupción institucionalizada presentado como persecución!. Toda la región llena de estos casos de legitimación del delito y de los delincuentes.
La legitimación del crimen se precede, se acompaña y se respalda con un agresivo y exitoso ataque cultural que va desde la música popular, las series de televisión, el cine, las redes sociales y la modificación de los programas y textos de educación, donde la conclusión es que “el crimen paga”, que “se puede ser criminal y ser bueno”, que “el delincuente gana”, que es “una forma de lucha contra la pobreza y la desigualdad”. Así lo reflejan encuestas sobre preferencias de futuro de la juventud latinoamericana.
Oficialmente las dictaduras del socialismo del siglo 21 -narcoestados- han usado y usan los foros y organismos internacionales y la representación de los países que oprimen, para proclamar el “fracaso de la lucha contra el narcotráfico”, para presentar la lucha internacional contra el crimen como “actos de intervencionismo de la DEA”, para pedir “la legalización de las drogas”, para impulsar “acuerdos de paz con grupos guerrilleros y narcotraficantes”, en suma para “legitimar el crimen” y procurarse impunidad, porque las dictaduras de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua son el crimen organizado que detenta poder político.
En el caso de Ecuador la realidad prueba que durante los más de 10 años de la dictadura castrochavista de Correa el país fue convertido en narcoestado, base de terroristas y centro de organización y protección del crimen. Si el pueblo y la democracia de Ecuador vuelven a derrotar a la delincuencia dictatorial que está operando como delincuencia común, éste será el punto de quiebre de las Américas para terminar con la legitimación del crimen.
*Abogado y Politólogo. Director del Interamerican Institute for Democracy