21 de junio del 2023
(Infobae.com) Este siglo está marcado por el uso de la violencia para la expansión y permanencia del sistema antidemocrático denominado socialismo del siglo 21 o castrochavismo que ha sustituido la política por el crimen organizado trasnacional. Desestabilización, bloqueos, cercos, agresiones violentas, atentados contra la propiedad pública y privada, muertos y heridos, con narrativa de defensa popular, para luego atribuir sus crímenes a las víctimas, son parte de la metodología con la que ensangrientan Latinoamérica y que hoy repiten en la provincia de Jujuy en Argentina.
La dictadura de Cuba agonizaba desde la desaparición de la Unión Soviética hasta que el año 1999 Hugo Chávez llegó a la presidencia de Venezuela y le entregó petróleo, dinero y luego el país entero. La dictadura castrista había sobrevivido en la década de los noventa gracias al soporte creado por Luis Ignacio Lula da Silva que organizó el Foro de Sao Paulo junto con Fidel Castro con la premisa de que, derrotado el comunismo, debía multiplicar los ejes de confrontación para continuar la lucha contra el capitalismo (democracia). De esta manera, el siglo 21 empezó con un proyecto populista, antidemocrático y fundado en las prácticas criminales con las que la dictadura de Cuba había ensangrentado las Américas y el mundo desde 1959.
Con el dinero de Venezuela empezaron a derrocar gobiernos y ganar elecciones. Para eso, extendieron las narrativas del fracaso de los partidos políticos tradicionales, la corrupción de la clase política, el anacronismo de las constituciones políticas y multiplicaron los ejes de confrontación usando el indigenismo, el racismo, el sexismo, el regionalismo, el clasismo, la pobreza, la desigualdad y todo tipo de temas que puedan debilitar y contribuir a la pérdida de confianza en la democracia. Cuando las acciones de propaganda o las elecciones fueron mal, cuando perdían y eran rechazados, entonces usaron indiscriminadamente la conspiración y la violencia.
La dictadura castrista de Cuba se especializó en la expansión y transnacionalización de acciones criminales como las guerrillas de la década de los sesenta y setenta, rurales y urbanas, la creación de los ejércitos de liberación nacional prácticamente en toda la región, la lucha armada bajo la proclama de crear muchos vietnams, el uso del narcotráfico como instrumento de agresión, el establecimiento de relaciones criminales con narcotraficantes como Pablo Escobar y Roberto Suarez, haciendo de Cuba el primer narcoestado de las Américas, los secuestros, acciones terroristas, su declarado antisemitismo y más.
Todo ese saber criminal que estuvo reducido por razones económicas en la última década del siglo XX se puso en actividad con el aporte de Chávez y la llegada de Lula a la presidencia de Brasil. Pronto empezaron los conflictos, agresiones y crímenes de calle, los derrocamientos, siendo los más notables los de Mahuad en Ecuador, Sánchez de Lozada en Bolivia, Gutiérrez en Ecuador y la trama contra el Secretario General de la OEA, el ex presidente Miguel Ángel Rodríguez para separarlo de su cargo.
Para mal de la democracia y de los pueblos de las Américas, la reactivación de las actividades criminales de la dictadura de Cuba, bajo el mando y financiamiento de Chávez, tuvo el momento de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 contra Estados Unidos. Esto generó el abandono de la región iniciada por el gobierno del presidente Bush segundo.
Este apretado marco de referencia histórico es imprescindible para entender lo que pasa hoy en la provincia de Jujuy en Argentina, ya que como parte de los gobiernos instalados por el castrochavismo llegó al poder Néstor Kirchner, quien fue abiertamente sostenido y sometido a Chávez y Castro. El pueblo argentino resistió en la defensa de su democracia gracias a la prensa y sectores de oposición real, pero los costos son altísimos, desde la ruptura de las leyes que terminaron con la denominada guerra promovida por el castrismo contra el pueblo argentino reemplazando la justicia por venganza, hasta la hiper corrupción con crímenes de todo tipo, impunidad, más pobreza, endeudamiento, establecimiento de feudos y entreguismo de la soberanía nacional.
El pueblo argentino conoce la historia porque la sufre y este año electoral todo indica la derrota definitiva y final del kirchnerismo o proyecto K, derrota que ha empezado en varias provincias argentinas. El problema es que mientras el pueblo argentino y la oposición juegan las reglas de la democracia, la administración Fernández/Kirchner es un gobierno paradictatorial, esto es totalmente al servicio del sostenimiento de su dictadura de Cuba y de las dictaduras de Venezuela, Bolivia y Nicaragua y forma parte del entramado de crimen organizado trasnacional castrochavista al que ha asistido en casos como el de la reinstauración del dictador en Bolivia protegiendo oficialmente a Evo Morales en territorio argentino y sirviendo de plataforma de conspiración.
En este contexto, la retirada K no existe, les es imprescindible la impunidad. Derrotados democráticamente, repudiados por el pueblo y frente a la derrota electoral cierta, incluso con elementos internos que tratan de marcar distancia, la segunda opción es la violencia, la conspiración, los crímenes para ensangrentar al pueblo y echarle la culpa a los adversarios políticos para descalificarlos, hacerles perder el poder si es posible y perseguirlos indefinidamente.
Esta descripción que es aterradora sucedió en enero de 2000 con el presiente Jamil Mahuad derrocado en Ecuador. Se repitió con el intento de asesinato del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada en febrero de 2003 y su derrocamiento en octubre del mismo año en Bolivia. Volvió a suceder el año 2019 con la violencia e intento de golpe de estado contra el presidente Lenin Moreno en Ecuador y contra la presidenta Añez en 2019, Bolivia. Se repitió el mismo 2019, en Chile, contra el presidente Sebastián Piñera que cedió a la constituyente. Se aplicó al presidente de Colombia Iván Duque. Este año el Perú ha sido y sigue siendo la víctima luego del golpe intentado por el ex presidente Pedro Castillo, ahora preso. Hoy la amenaza de Petro en Colombia.
De esto se trata lo que pasa hoy en Jujuy. En el sistema federal argentino, es el ataque a un gobernador que no es del régimen, se usa el pretexto de una reforma constitucional, se continua la violencia pese a la quita de los dos artículos conflictivos y el sistema del socialismo del siglo 21 del gobierno Fernández/Kirchner aplica la metodología castrochavista de crimen organizado, en la que sin duda participan elementos transnacionalizados, bien financiados, seguros de su impunidad y entrenados.
Los gobernantes que pudieron resistir estos ataques criminales lo hicieron manteniendo la calma y el poder, persistiendo en el cumplimiento de la ley y el estado de derecho, pero sobre todo desarticulando el sistema de conspiración, soporte económico y logístico, desarticulando la red trasnacional de penetración que usa las embajadas de las dictaduras de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua como bases, se ampara en inmunidades diplomáticas y en el caso específico de Jujuy la frontera con Bolivia que es hoy una dictadura y narcoestado.
Hay que identificar al agresor, presentarlo con claridad y acusarlo con decisión. El enemigo de la democracia argentina y responsable de la agresión a Jujuy está en el gobierno federal como lo han denunciado los afectados. Todo el sistema democrático de Argentina está en riesgo y puesto a prueba. Hoy Jujuy, mañana cualquiera.