(Infobae.com) La situación económica, social y política de Cuba presenta una realidad objetiva de miseria, crisis, violación de los derechos humanos, opresión y descomposición de tal gravedad que el inicio del nuevo año indica que el 2020 la crisis es en Cuba. Un sistema económico comunista, parasitario y corrupto, en una sociedad sometida pero con efervescencia creciente y cada vez mas informada por la revolución tecnológica, y una dirección política tiránica agotada y con graves conflictos internos, concurren a un tiempo de nuevos y terminales maleconazos.
Cuba, la dictadura exportadora de desestabilización y violencia, la que por mas de seis décadas provoca confrontaciones y derrocamientos, la que hace guerrillas, terrorismo y narcotráfico, la actual jefe de grupo de dictaduras de delincuencia organizada transnacional denominada “castrochavismo”, la que con retórica antiimperialista es la mas grande intervencionista y agresora de la soberanía de los estados de las Américas, inicia el año 2020 con todas las señales de que le llegó el tiempo de tomar su propio veneno.
El término “maleconazo” describe “las manifestaciones contra la dictadura producidas en Cuba el 5 de agosto de 1994, consideradas como la mas seria rebelión popular contra el régimen castrista”. El maleconazo se atribuyó la intercepción por parte de autoridades cubanas de cuatro embarcaciones con emigrantes cubanos que navegaban hacia las costas de Estados Unidos sin autorización. La multitud se reunió en el Malecón de la Habana protestando, enfrentándose con consignas contra el régimen comunista. La brutal represión con elementos de la seguridad del estado de civil y la presencia de Fidel Castro que llamó a la gente a “ganar la calles y derrotar a los apátridas” logró someter la situación, pero dejó la señal histórica de que “la dictadura es vulnerable”.
El maleconazo fue una revuelta espontánea que se explica en la situación de miseria y privaciones producidas por el “periodo especial en tiempo de paz” desatado luego de la desaparición de la Unión Soviética que dejó al estado parásito de Cuba en la indigencia, sin poder atender la necesidades mínimas de la población. Desde el punto de vista de la dictadura, el “maleconazo” es la temida reacción popular que pone en riesgo su indefinida permanencia en el poder, es la pesadilla que el regimen no quiere se repita. La dictadura en Cuba tiene terror de que vuelva y se multiplique el maleconazo.
La realidad es que sin el petróleo de Venezuela, sin el tráfico de personas con el sistema de médicos esclavos y otros profesionales, con la pérdida de las fuentes de dinero por la salida del poder de Lula y Roussef en Brasil, de Correa en Ecuador, de Morales en Bolivia, con las crecientes sanciones por violaciones a los derechos humanos y con su empecinamiento en mantenerse sometiendo Venezuela, la economía de Cuba no puede sobrevivir incluso como el narcoestado que inició en los setenta con Pablo Escobar y Roberto Suarez. Las condiciones actuales de la dictadura son tan críticas como las de los noventa y empeoran constantemente, pese al alivio que puede representar las complicidades de Argentina con el nuevo gobierno Fernandez/Kirchner, de México con López Obrador y de España.
La revolución comunicacional que vive el mundo por la tecnología de internet, celulares y mas, es un instrumento de liberación de los pueblos oprimidos como el cubano. El contacto con el mundo exterior a la isla es un elemento que deteriora la omnipotencia de la dictadura.
La decrepitud del liderazgo de la dictadura con Fidel muerto y con Raúl Castro forzado por la edad a traspasos aparentes y parciales del poder, abrió las luchas por los privilegios y riquezas que la posición otorga a las élites corruptas de toda dictadura. La simulación de una reforma constitucional y la nominación de un primer ministro muestran los estertores de un sistema centralista y totalitario que se desmorona por naturales disputas sucesorias internas. Grupos de poder, familias, prebendas y posiciones enfrentan dentro de la dictadura a nuevas generaciones en la estructura de crimen organizado.
Todo es debilidad interna y amenazas externas crecientes para la dictadura de Cuba. Descubierta y controlada su ofensiva para desestabilizar las democracias en la región, su amenaza se vuelve en contra. Han sofocado y disimulado múltiples protestas internas en los últimos años, pero vienen más que tienen naturaleza de “demandas sociales, económicas y de repudio al abuso dictatorial”. No es un tema ideológico, es un sistema agotado. El tiempo de nuevos y terminales maleconazos contra el castrismo en todo el territorio de Cuba ha llegado y el 2020 lo probará.