Vale la pena recordar que el MNR es el CONSTRUCTOR DE LA NACION BOLIVIANA y que tenemos una gran responsabilidad con el presente y futuro de BOLIVIA.
Antes de la revolución nacional, Bolivia era un país con una población 70% rural, campesina, indígena, excluida y analfabeta. El MNR estableció y ejecutó el “voto universal”, dando lugar a la democracia con la incorporación de toda la población indígena, campesina, mujeres y sectores excluidos; la “reforma agraria” bajo el concepto de que la tierra es para quien la trabaja, convirtiendo a los campesinos e indígenas en propietarios; la “nacionalización de las minas” para establecer independencia económica; la “reforma educativa” para la formación del boliviano en una escuela única y obligatoria; la diversificación económica para incorporar el Oriente (hoy la primera zona en importancia económica) a la economía nacional.
Así, con libertad, democracia, derecho propietario, educación obligatoria, luchando por la independencia económica y con la participación de todos los sectores del país, se empezó a construir la nación boliviana. Las mujeres, el campesino, el indígena, el siervo rural, el ciudadano, el obrero, el profesional, todos los nacidos en el territorio nacional, se convirtieron en bolivianos iguales en un Estado de derecho, reconociendo un mismo origen en el mestizaje, con unidad en la diversidad. La “alianza de clases” es la doctrina con que el MNR combatió la “lucha de clases” planteada por el marxismo.
Con el MNR derrocado en 1964, el proceso de la revolución nacional fue deformado, demorado, se cambiaron denominaciones y actores, pero nunca fue interrumpido. Cuando Paz Estensoro volvió a la presidencia en 1985, puso en marcha una segunda etapa de la revolución con la “terminando la hiperinflación”, con la “nueva política económica”, la “lucha contra el narcotráfico” y otras medidas precedidas de su histórico concepto “la Patria se nos muere”.
El año 1993, con la presidencia de Gonzalo Sánchez de Lozada, en la tercera etapa de la revolución nacional, el MNR estableció y ejecutó el “bonosol”, una pensión vitalicia para todos los bolivianos mayores de 65 años con recursos de la “capitalización social”; la “participación popular” que organizó al país en 329 municipios, asignó el 20% del presupuesto de la nación que, dividido por el numero de habitantes del país, da un factor que multiplicado por el numero de habitantes de cada municipio les abona fondos directamente, permitiendo mas participación democrática, obras y servicios; el “seguro universal materno infantil”; la segunda “reforma educativa”; la “reforma constitucional” con voto a los 18 años, circunscripciones uninominales, descentralización administrativa, etc. El fortalecimiento del proceso fue interrumpido con el derrocamiento del año 2003.
Todas la medidas de la revolución nacional están vivas, les han cambiado nombres, las han debilitado, pero no las han podido liquidar. La traición al proceso de liberación nacional en Bolivia ha sido dado por la acción política de Evo Morales, aplicando la ideología del eje La Habana-Caracas. Han liquidado la “República de Bolivia”, sustituyéndola por el “Estado plurinacional”; reemplazado la alianza de clases por la lucha de clases y por cuanta confrontación pueden alentar y propiciar; pretendiendo destrozar la consolidación de la “nación boliviana” con “36 nacionalidades”; terminando con la democracia y estableciendo un Gobierno mas de las dictaduras del socialismo del siglo XXI.
Evo Morales busca liquidar la revolución nacional boliviana para sustituirla por los fracasados postulados de la revolución castrista. La revolución nacional boliviana es patrimonio del pueblo boliviano, ofrece extraordinarios resultados frente al castrismo. Los desafíos de hoy en Bolivia son el retorno a la democracia y al proceso de consolidación de la “nación boliviana”, única, mestiza, diversa pero unida, con una alianza nacional para restituir el Estado de derecho en una patria sin perseguidos, exiliados ni presos políticos.