(Diario Las Amércas) En Perú, Pedro Pablo Kuczynski (PPK) fue elegido en segunda vuelta como un Presidente débil montado en la premisa de evitar a toda costa que Keiko Fujimori llegue a la presidencia, dando lugar a un frágil gobierno de minoría en un sistema presidencialista. El Foro de Sao Paolo, con Lula da Silva como jefe, y cerca de 15 empresas constructoras, entre las que destaca Odebrecht, han dejado su mancha de corrupción por todas las Américas. Estos dos elementos –ingobernabilidad y corrupción– acaban de producir la caída de PPK, pero al mismo tiempo demostraron una democracia que funciona en Perú.
Casi todos los gobiernos de América Latina han quedado señalados con el destape de la corrupción del “Lava Jato”. Odebrecht es una de las empresas brasileras implicadas en la red criminal del Foro de Sao Paolo implementada por Lula da Silva con los dictadores Fidel Castro y Hugo Chávez, con miles de millones de dólares en sobornos. Están pendientes de investigación los contratos, obras, sobreprecios, sobornos y corrupción de todas las demás empresas brasileras sospechosas como OAS, Quiroz Galvao, Andrade Gutierrez, Camargo Correa, Méndez Junior, UTC Eng y más.
La reacción de los países comprometidos en el “Lava Jato” ha sido de tres tipos:
1.- Lucha contra la corrupción.- Los países con democracia, división e independencia de poderes, “estado de derecho” y prensa libre, han abierto investigaciones vigorosas y avanzado con decisión. Brasil ha destituido a la presidenta Rousseff, condenado a prisión a Lula da Silva, a Marcelo Odebrecht y sigue. Perú tiene procesados expresidentes y otros, encarcelado a Ollanta Humala y esposa, buscado y requerido por corrupto a Alejandro Toledo, ahora forzado a renunciar y señalado a PPK.
2.- Encubrimiento parcial o de alto nivel.- Los países en que los implicados controlan desde el poder ejecutivo y/o la oposición –así sea relativamente– los poderes legislativo y/o judicial, han hecho investigaciones parciales encubriendo a los principales autores como presidentes, expresidentes, ministros o altos funcionarios, tratando de tapar el tema con “chivos expiatorios” de menor rango, como se ha denunciado y se sospecha en República Dominicana, Colombia, Panamá, México, ahora Ecuador con Lenin Moreno y otros. En estos países aún existe la esperanza que no queden en la impunidad.
3.- Encubrimiento total.- En los países controlados por las dictaduras del castrochavismo, donde no existe división ni independencia de poderes, no hay estado de derecho, no existe libertad de prensa y la justicia es una tecla más del régimen, que son Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador de Rafael Correa, se ha tapado toda investigación, mantienen el encubrimiento y la impunidad. Se ha denunciado la corrupción con Odebrecht en las obras del Puerto de Mariel por cientos de millones de dólares pero la dictadura de Cuba encubre y calla. En Bolivia, Evo Morales y su régimen tapan la denunciada corrupción con OAS, Queiroz Galvao, Andrade Gutiérrez y otras que incluso llevaron a la muerte al director del Servicio de Caminos José María Bakovic.
Para encubrir la corrupción que ha tocado los más altos niveles de gobierno hace falta mucho poder y como los dictadores del socialismo del siglo XXI o castrochavismo lo tienen completo, les resulta –por ahora– relativamente fácil. Pero los pueblos saben que la corrupción es esencial a sus regímenes y están luchando.
Un presidente de minoría como PPK, con una pequeña representación parlamentaria, con una oposición fuerte, en sistema presidencialista, está destinado a no terminar su periodo o al más rotundo fracaso por “falta de condiciones objetivas de gobernabilidad”, como lo escribí el 30 de mayo de 2016 bajo el título “Perú entre Keiko Fujimori y la ingobernabilidad”. Esta situación con corrupción y falsedad es insostenible como prueban los hechos.
Una grave crisis de ingobernabilidad más corrupción ha sido salvada con solvencia por la democracia del Perú. La buena noticia es que la democracia peruana existe, funciona, ha mostrado institucionalidad, hay estado de derecho, denota división e independencia de poderes. No hubo ruido de sables. Ha sido una muestra de civismo.
El nuevo presidente de Perú, Martín Vizcarra, mantiene el problema de gobernabilidad, pero si agrega consenso y no suma corrupción, podrá terminar el mandato.