(Diario Las Américas) En Bolivia, el 21 de febrero de 2016 el régimen hizo un referéndum para aprobar la reelección indefinida de Evo Morales con un SI, en el mismo modelo ya impuesto en Venezuela, Nicaragua y Ecuador. Pero Bolivia dijo NO y ese día pasó a la historia como 21F. Igual que Hugo Chávez en Venezuela después de peder el referéndum en 2007, Evo Morales fraguó una “sentencia infame” y su tribunal constitucional declaró como derecho humano simular y manipular su reelección indefinidamente. El 21 de febrero de 2018, con un contundente paro cívico nacional movilizado BOLIVIA derrotó otra vez al dictador cocalero conminándolo a cumplir el NO del 21F.
La destrucción de la democracia en Bolivia está marcada por el derrocamiento del Presidente Sánchez de Lozada en 17 de octubre de 2003. Luego establecieron “amnistía” para los conspiradores y golpistas que pasaron a ser acusadores, testigos y jueces de los derrocados. En 2004 suplantaron la ley de necesidad de reforma constitucional para falsificar la constitucionalidad de una “asamblea constituyente”. Evo Morales juró a la presidencia en enero de 2006 por un solo periodo de cinco años con expresa prohibición constitucional de reelección continua. Convocó a su constituyente y luego de masacres, asesinatos, presos, exiliados y fraude liquidó la Republica de Bolivia e impuso el Estado Plurinacional el 2009.
En la constitución del Estado Plurinacional impuso la reelección consecutiva por una sola vez y de inmediato Morales convocó a elecciones y el mismo 2009 juró como Jefe del Estado Plurinacional. Así ya en 2009 desparecieron la división e independencia de poderes, Morales tomó control del Poder Legislativo y designó y subordinó los miembros del Poder Judicial y Electoral; despareció el “estado de derecho” con la agenda de las “leyes infames” (que violan los derechos humanos) como la que permite la “retroactividad de la ley” para perseguir dirigentes políticos. Se oficializó la persecución política judicializada.
Evo Morales debió entregar el poder en enero de 2011, pero con la creación castrochavista del estado plurinacional (copia de la Republica Bolivariana de Venezuela) se reeligió consecutivamente por primera vez el año 2009 con obligación de dejar el poder en enero de 2014. Con el control del poder judicial fraguó una sentencia que le permitió reelegirse por segunda vez consecutiva para un tercer periodo el 2014 con el falaz argumento de que “habiéndose creado el Estado plurinacional en 2009, la elección de ese año era la primera, porque la elección de 2005 en la desparecida Republica de Bolivia no cuenta”.
Con la agenda ya ejecutada en Venezuela, Ecuador y Nicaragua, apenas tomó posesión del tercer periodo presidencial en 2014, Evo Morales planteó la necesidad de ser reelegido indefinidamente y para eso puso en escena el referéndum del 21 de febrero de 2016 que según sus cálculos debió ser una victoria fácil antes de que el pueblo sienta la crisis económica inevitable por su modelo, narcoestado y corrupción.
La derrota del referéndum de 21F es para Evo Morales la pérdida de cualquier atisbo de democracia. Trajo consigo la reacción generalizada de la ciudadanía que de manera sostenida y creciente, mas allá de partidos políticos o de figuras de oposición de dudosa independencia con el régimen, ha hecho del cumplimiento del NO del 21F un objetivo nacional planteando la “recuperación de la democracia” y la “restitución de la República de Bolivia”.
El pueblo boliviano ha vuelto a derrotar a Evo Morales y su régimen este 21 de Febrero. La derrota ha sido tan contundente que el régimen ha urdido incluso la utilización de noticias falsas sobre la persecución política judicializada contra el presidente Sánchez de Lozada.
Evo Morales está señalado por los bolivianos como dictador y jefe de un gobierno de facto cada vez mas ilegitimo con intervención externa de Cuba y Venezuela. Los esfuerzos del régimen se concentran en manipular información, meter miedo a la población, presionar y sobornar dirigentes sectoriales, funcionales y regionales para que desmovilicen a la ciudadanía, y afirmar como “enemigo externo al imperialismo de los Estados Unidos” y como “enemigo interno al neoliberalismo y la derecha”.
Por la decisión del pueblo boliviano, Evo Morales y su régimen son solo otra de las dictaduras del castrochavismo que va cayendo.