(Diario Las Américas) Los dictadores del sistema castrista extendido en las Américas han convertido a las asambleas “constituyentes” en la herramienta de simulación para oprimir y mantenerse indefinidamente en el poder. La Asamblea constituyente, que debería ser la instancia mas importante de expresión de la soberanía popular y de la libertad en democracia, ha sido transformada en el medio para hacer exactamente lo contrario: terminar con las libertades fundamentales, destrozar el estado de derecho, concentrar el poder, instituir sistemas totalitarios, violar los derechos humanos y desconocer la voluntad de los pueblos a los que someten. La constituyente que manipula el dictador Maduro en Venezuela es la profundización de esta farsa criminal que ya oprime a Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua.
Constituyente representa el poder de “establecer de erigir, de fundar” y una asamblea constituyente es una reunión de “representantes populares” para establecer las reglas de la organización del estado y erigir el sistema de convivencia entre los ciudadanos organizados como sociedad política. Por el principio de soberanía el titular de la autoridad constituyente, el que tiene el poder constituyente, es el pueblo. El poder constituyente originario es el que “crea un estado” y el derivado es el que puede reformar la constitución de acuerdo a mecanismos establecidos en su propio texto.
Existen –entre otros- dos elementos fundamentales para la legitimidad de una constituyente, que son la representación popular y la existencia de democracia. Se trata de que el pueblo esté representado válidamente, que se respeten los derechos fundamentales, las libertades individuales y los derechos humanos, no se viole el estado de derecho, se garantice la división e independencia de los poderes públicos, se respete el voto universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo, y se garantice la pluralidad de organizaciones y partidos políticos. La esencia para la validez de una constituyente es la “legitimidad de la representación popular”, porque cualquier forma de “suplantación” hace de una constituyente un atentado contra la soberanía popular, un gravísimo acto criminal.
Lo que sucede desde principios del siglo XXI como herramienta del castro-chavismo en las Américas, es el uso las asambleas constituyentes para destrozar la democracia, terminar con las repúblicas, instituir mecanismos de opresión y represión, hacer desaparecer la igualdad de los ciudadanos, terminar con el estado de derecho y en suma instituir regímenes dictatoriales disfrazados de democracias de la mano de “nuevas constituciones” que han quedado convertidas en simples textos de operación dictatorial, que cuando ya no son suficientes pueden ser cambiadas al antojo del régimen.
El falso auto denominado “nuevo” constitucionalismo latinoamericano alentado y bien financiado por los dictadores Castro y Chávez, por medio de abogados y profesores españoles, ha pretendido instituir el principio de que las “constituciones son instrumentos de la revolución”, y por lo tanto pueden cambiarlas cuando las circunstancias y el interés del poder omnipotente de los dictadores lo necesite. Así han hecho y/o cambiado las constituciones de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y simulado lo que llaman constitución de Cuba, que es simplemente un reglamento de mantenimiento indefinido de la dictadura.
Por ejemplo, en Bolivia, la denominada constitución del estado plurinacional que rige hoy, destruyó la República de Bolivia y la suplantó por el modelo castrista que sostiene en el poder a Evo Morales. Fue impuesta violando el régimen constitucional boliviano, falsificando una asamblea constituyente no prevista ni permitida, simulando una constituyente, cuya propuesta fue modificada por una comisión del congreso ordinario que terminó redactando lo que el castrismo buscaba en base a la ley 3941, que es el mejor ejemplo de usurpación de funciones trasladadas de la constituyente (ya ilegal e ilegitima) a un congreso controlado. La constitución de Evo Morales es una mas del castrismo o socialismo del siglo XXI, impuesta violando el estado de derecho, o sea un golpe de estado.
La constituyente de Ecuador es tristemente recordada por sus “mandatos” constitucionales, que quedaron convertidos en simples instrumentos de violación de derechos humanos y libertades fundamentales, como el icónico “mandato 13”, que permanecerá en los anales de derecho como un absurdo de inconcebible acto constitucional de ejercicio dictatorial.
Lo que intenta hoy en Venezuela el dictador Maduro es simplemente pasar a la fase final del modelo de la dictadura castrista, al fascismo corporativista y delictivo, para continuar reteniendo ilegítimamente el poder y sometiendo por la fuerza al pueblo. Es la intención de usar el pretexto de constituyente para poner en vigencia un reglamento dictatorial aplicable por la fuerza violatoria de los derechos humanos, y dar un pretexto para que los cómplices frontales y encubiertos del sistema dictatorial castrista a nivel internacional lo sigan tolerando y apoyando.
El pueblo venezolano es víctima de un descarado intento de legitimar la dictadura profundizándola a un sistema corporativo y totalitario, frente a una comunidad internacional que observa silenciosa como estos hechos criminales se convocan, se desarrollan y buscan consolidarse. Lo que se vive hoy en Venezuela con la convocatoria de Nicolás Maduro a su maniobra constituyente, es simplemente una farsa criminal repetida y vigente en la América no democrática del denominado socialismo del siglo XXI, que muestra abiertamente su carácter fascista hasta ahora disfrazado de populismo, de izquierdismo o de progresismo.
*Abogado y Politólogo. Director del Interamerican Institute for Democracy