(Diario Las Americas) El dato más claro que las elecciones en Ecuador ofrecen es de fraude electoral, el elemento esencial del socialismo del siglo XXI (SSXXI), de metodología castrista, para construir y sostener dictaduras con careta de democracia por medio con elecciones manipuladas, que el oficialismo ecuatoriano está ejecutando. Hoy que el pueblo ecuatoriano es víctima del crimen de imponerle un presidente que no ganó las elecciones, vemos la repetición del fraude del 2013 en Venezuela con Maduro sobre Capriles, la misma técnica de 2014 en Bolivia para Morales y de 2016 para los Ortega en Nicaragua. De Nicolás Maduro a Lenin Moreno, de Venezuela a Ecuador (pasando por Bolivia y Nicaragua) el único medio de los indeseables y derrotados para mantener poder e impunidad es el fraude electoral. La víctima actual es el pueblo ecuatoriano.
Las elecciones en democracia deben ser “periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo”, pero además deben realizarse en “condiciones de democracia” constituidas por el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales, la vigencia del estado de derecho, la división e independencia de los poderes públicos y un régimen plural de partidos y organizaciones políticas, esto es la vigencia de los elementos esenciales de la democracia recogidos en la Carta Democrática Interamericana.
El “fraude” es constitutivo de delito, un crimen, es “toda acción contraria a la verdad y a la rectitud”, es cualquier acción u omisión que busca “eludir la verdad en perjuicio del estado o de individuos”. El “fraude electoral” es “la intervención ilícita de un proceso electoral con el propósito de impedir, anular o modificar los resultados reales”. Más grave aún, “institucionalizar el fraude electoral” es establecer en el Estado los mecanismos, procedimientos e incluso leyes y reglamentos que permitan al detentador del poder hacer fraude electoral en su beneficio simulando cumplir el ordenamiento legal que ha creado por medio de leyes “infames”.
Estos principios ponen en evidencia el fraude electoral esencial del SSXXI para que sus regímenes retengan el poder indefinidamente con simulación de democracia. Es prueba de que se trata de dictaduras donde no existe estado de derecho y no hay poderes independientes con los cuales evitar el fraude dictatorial, pues no hay a quien ni como quejarse para conseguir solamente un recuento limpio de los votos, incluso regalando el fraude previo al día de la elección. Su desgastado eslogan de que “si hay elecciones hay democracia” ya no convence ante la reiterada prueba de elecciones sin libertad, sin transparencia, sin justicia, sin independencia y sin probidad”.
Las elecciones Ecuador 2017 han sido montadas sobre un “ordenamiento legal” creado para beneficio del oficialismo, que con el engañoso nombre de Código de la Democracia instituyeron mecanismos que: han permitido el registro de mas votantes de los que el país puede tener; han puesto como autoridades electorales a dependientes del gobierno como lo demuestran los miembros del Consejo Nacional Electoral (CNE) y sus inferiores; han movido el mapa electoral a su amaño; han marcado parcialidad a favor del oficialismo; impiden expeditos mecanismos de impugnación y reclamo; permiten la trampa en el recuento de votos; anulan el derecho a la defensa del votante y de los candidatos (entre otras cosas).
Si hoy en Ecuador se recuentan todos los votos el oficialismo pierde y por eso la CNE ha quedado convertida en “La banda de los 5” operadores de Rafael Correa para hacer presidente a Lenin Moreno. Si reproducimos como drama o comedia los hechos de la elección venezolana de 2013 y los cotejamos con los de la elección ecuatoriana 2017 veremos un calco. No son solamente parecidas, son iguales, son una copia en tiempos, anuncios, movimientos, ejecución del fraude y hasta en porcentajes. En Ecuador estamos presenciando el penúltimo acto, el de la protesta, y en el plan dictatorial preparan el último acto, el del apaciguamiento con sostenimiento del engaño y posesión del impostor que no ganó las elecciones……otro Maduro! Y luego en la post producción vendrá la represión judicializada y el asesinato de las reputaciones para desarmar y acabar a la oposición que les ganó la elección.
Además de toda la metodología ya repetida, el fraude en Bolivia 2014 consistió en habilitar a Evo Morales como candidato cuanto su propia constitución y leyes infames lo prohibían, (similar a la habilitación de Maduro) y en impedir que varios candidatos no puedan participar por estar criminalizados, presos o exiliados. En Nicaragua 2016 fue eliminar a la oposición del proceso electoral para permitir a Daniel Ortega y su mujer la pretensión de una dinastía. En todos los casos usaron sus jueces y manipularon el control total del poder, sin que haya donde ni a quien quejarse, con el acompañamiento de “observadores internacionales amigos” y de una comunidad internacional compuesta por gobiernos engañados, indiferentes, cómplices, asustados o sobornados. En Ecuador vemos lo mismo con observadores sospechosamente callados y la OEA por lo menos confundida o engañada.
Ecuador exige el RECUENTO TOTAL DE VOTOS desde las ánforas, porque hay sospecha en las actas, sigue en el computo de los datos de las actas y remata en las computadoras con programas chavistas que la CNE manipula. Oponerse o impedir el recuento es una confirmación del fraude. Si Lenin Moreno quiere tener legitimidad debe ser el más interesado en el recuento total. Si Guillermo Lasso no quiere ser otro Capriles (hoy ya inhabilitado por la dictadura venezolana) debe defender el voto popular y evitar que –a puro fraude- la historia de Venezuela se repita en Ecuador.