Carlos Sánchez Berzaín
31 de Octubre de 2016
(Diario Las Américas) La declaración pública del Ministro de la Defensa y el alto mando de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana de Venezuela ratificando su lealtad a Nicolás Maduro y al proyecto político iniciado por Hugo Chávez, produce un efecto contrario al buscado por sus planificadores y autores, ya que lejos de fortalecer al Gobierno es la prueba total de la dictadura venezolana, de la militarización de la política y de problemas militares internos. Tratando de ayudar o no, los militares venezolanos han dado la prueba de dictadura y señal de crisis terminal del régimen.
De acuerdo al Artículo 328 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela “la Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar la independencia y soberanía de la Nación y asegurar la integridad del espacio geográfico”. Las fuerzas armadas no deliberan. La Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional dictada por Hugo Chávez, establece en su Artículo 6 que el “presidente de la República tiene el grado militar de Comandante en Jefe y es la máxima autoridad jerárquica de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, ejerce el mando supremo de ésta dirige el desarrollo general de las operaciones, define y activa el área de conflicto, los teatros de operaciones designando a sus respectivos comandantes y fijándoles la jurisdicción territorial”.
El Artículo 11 de la misma ley señala que “el Ministerio del Poder Popular para la Defensa es el máximo órgano administrativo en materia de defensa militar de la Nación, encargado de las políticas, estrategias, planes, programas y proyectos del sector Defensa”.
Lo que han hecho el general Vladimir Padrino López como Ministro de la Defensa y los militares que lo acompañaron en la declaración pública del 25 de octubre de 2016 -en uniforme de campaña- es demostrar su militancia política, su alineación y subordinación al proyecto político iniciado por Hugo Chávez y ahora a cargo de Nicolás Maduro. Le han dado broche de oro de confesión pública al terminar su intervención con el grito castrista “hasta la victoria siempre” y la exclamación “Chávez vive”. Simplemente han ratificado la naturaleza dictatorial del Gobierno de que esos militares de la foto forman parte, han reafirmado públicamente que violan la Constitución, y la ausencia de institucionalidad. Le han dicho al mundo que las fuerzas armadas de Venezuela, con ese mando, están al servicio de un Gobierno no democrático y no al servicio de la Nación.
Se trata de una declaración de subalternos dando “incondicional lealtad” al comandante en Jefe, al presidente, expresando apoyo político y pronunciándose en contra del “acuerdo para restituir el orden constitucional” de la Asamblea Nacional, haciendo un “llamado a la seriedad” con visos de amenaza. Cuando un presidente o comandante en jefe –el competente para dar las órdenes como establece el sistema jurídico constitucional- necesita apoyo, respaldo o ratificación de lealtad de sus subalternos a los que ha nombrado y a los que puede destituir en cualquier momento, la relación de mando queda invertida porque el jefe pasa a depender de los inferiores y esto convierte a la organización militar en sindicato, partido político o mafia, muy lejos de la fuerza institucional establecida por la Constitución. Esta es una característica histórica de las dictaduras militares.
Un jefe de gobierno que necesita respaldo de sus subalternos y que acepta la ruptura de la línea de mando institucional con el agrado demostrado por Nicolás Maduro, acaba de aportar la prueba máxima de su debilidad. Todo esto se produce por la falta de apoyo popular frente a la “crisis humanitaria”, por la decisión del régimen de suprimir el referéndum revocatorio para 2016 demostrando su control sobre los poderes judicial y electoral. Si alguna prueba faltaba de que Maduro perpetró un “golpe de estado” mandando evitar el referéndum revocatorio, la “escena militar setentista del (General) Padrino y sus mandos” ha despejado toda duda: hoy Venezuela está bajo el control de una dictadura militarizada.
Pero lo más grave es lo que no se ha visto. Un mando militar que realiza una presentación de lealtad y reafirmación, es un mando que envía un mensaje al interior de las Fuerzas Armadas porque tiene crisis, con graves problemas internos, con cuestionamientos de oficiales, suboficiales y personal que reclama por el cumplimiento de la Constitución, que pide evitar la confrontación entre venezolanos, que no está dispuesto a combatir contra sus propias familias defendiendo un Gobierno que representa hambre e intervención cubano castrista en las propias Fuerzas Armadas y del país. En la Fuerza Armada Nacional de Venezuela existen hombres y mujeres que no están mas dispuestos a arriesgar sus vidas, sus familias ni su carrera para servir a una cúpula de nuevos ricos y corrupta, que ha traicionado la patria. Son los militares venezolanos de honor que han jurado a la bandera y a la nación y no a los bandidos y al narcoestado. Son los militares cansados de ver la intromisión de la Cuba castrista y el entreguismo; son los que no tienen mando militar cupular pero tienen armas.
Es cuestión de tiempo, porque en las condiciones actuales el pueblo venezolano terminará recordando la presentación de Padrino y su mando militar en uniforme de campaña, como la señal de la derrota final de la dictadura, el momento en que se vio la crisis terminal de un régimen sin mas salida que devolver el poder al pueblo para que lo ejerza en libertad y democracia.