Carlos Sánchez Berzaín
01 de agosto de 2016
(Diario Las Américas) La dictadura castrista fue salvada de su inminente colapso y de su “periodo especial” por Hugo Chávez, quien a partir de 1999 entregó a Fidel Castro y a su régimen los recursos y petróleo suficientes no solo para estabilizar la economía cubana, sino para llevar adelante el proyecto político que comenzó como revolución bolivariana y terminó llamándose socialismo del siglo XXI. Con discurso anti imperialista y para controlar totalmente el poder, se recreó -con mecanismos electorales y populistas- el foco guerrillero con el que en décadas pasadas el comunismo del Caribe había intentado controlar la región. El castrismo se impuso en Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua con un sistema político no democrático que tiene su modelo económico. Cuba y los países del socialismo del siglo XXI viven hoy en diferentes grados la crisis del modelo de economía castrista y buscan pretextos para disfrazar el resultado de este modelo históricamente fracasado y repudiado.
Un modelo económico es, entre otros conceptos, la “noción que se utiliza para nombrar el proceso dispuesto por un gobierno para organizar la actividad económica”. El modelo del socialismo del siglo XXI es solamente el modelo castrista acomodado al proceso iniciado por Chávez y Castro en el nuevo siglo, pues está fundado en la filosofía y la economía marxistas, es centralista, estatista, intervencionista y desarrollista. La economía nacional debe estar bajo el control del estado por medio del gobierno, y el jefe de gobierno a perpetuidad (dictador) debe ser la máxima y autoridad final en la definición de los roles de la actividad económica, implementando para eso un ordenamiento “legal”. Se trata de un modelo enemigo de la libre iniciativa, de la empresa y la propiedad privada y del libre mercado, a los que sin embargo está dispuesto a tolerar transitoriamente hasta derrotarlos, destruirlos o suplantarlos.
El componente esencial del modelo castrista, estatista, centralista e intervencionista es la corrupción. La concentración del poder en la toma de decisiones de valor económico, el desarrollismo, el intervencionismo hacen que la corrupción sea imprescindible generando nuevos ricos, nuevos tipos de falsos empresarios vinculados al régimen e incluso nuevos tipos de burguesías o castas como la denominada y extendida “boliburguesía”. En los hechos se trata de un modelo de corrupción económica, donde la libre iniciativa y la libre competencia son sustituidos por el poder del jefe que todo lo puede y que se convierte no en el gobernante sino en el dueño del estado.
La mas avanzada aplicación del modelo económico castrista, hoy del socialismo del siglo XXI, está sin duda en Cuba y por eso mismo se trata del país con las condiciones de crisis económica mas agudas. El modelo económico castrista ha creado un “estado parásito”, improductivo, dependiente y no auto suficiente. El régimen castrista siempre ha dependido y se ha sostenido de la ayuda externa. La URSS le permitió sobrevivir hasta que acosada por los mismos males de la economía marxista el estado mantenedor colapsó y desapareció dando lugar –como una consecuencia- al periodo especial en Cuba, hasta que llegó Hugo Chávez con la riqueza de Venezuela como nuevos mantenedores del modelo castrista. El modelo es tan ineficiente que ha logrado consumir y destruir la fuente de riqueza generando la crisis económica venezolana. El modelo de economía castrista se come la gallina de los huevos de oro.
Este modelo económico ha sido aplicado parcialmente en Ecuador, Bolivia y Nicaragua donde el sistema político del socialismo del siglo XXI está completamente implementado, por medio de la desaparición de la división e independencia de los poderes públicos, la violación institucionalizada y sistemática de los derechos fundamentales, la detentación del gobierno a perpetuidad, la desaparición de las libertades políticas y de prensa, la existencia de presos y exiliados políticos, etc….como en la Cuba castrista pero con simulación de democracia y fraude electoral. Cuanto más se ha aplicado el modelo económico castrista resulta más pronta y evidente la crisis, más clara la corrupción, más notoria la ineficiencia y la simulación, más grave la fuga de capitales e inevitable la quiebra porque son expertos subiendo el gasto público y liquidando lo ingresos.
Los gobernantes de Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua buscan ampararse en la caída de los precios internacionales del petróleo, de los minerales o de los productos básicos, pero el argumento es tan falso y malo como su modelo económico castrista. Resulta que los precios internacionales han bajado para todos y países como Chile, Perú, México, Uruguay o cualquier otro país de la región con gobiernos democráticos, sin importar su posición ideológica, con alternancia en el poder, con libre iniciativa, con libre empresa, con libertad de prensa, simplemente con libertad….simplemente no tienen crisis, ni el inminente y cercano futuro de desaparición de los regímenes del socialismo del siglo XXI.
El asunto es que en Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua las crisis económicas son estructurales, de modelo de economía y de gobierno, del modelo económico castrista, no de coyuntura. Por eso más pronto que tarde y aplicando el principio económico del propio Marx, que sostiene que “la infraestructura económica determina la superestructura política y social”, veremos desaparecer por inviables los gobiernos del socialismo del siglo XXI, que dejarán en gravísima situación de pobreza y dependencia los pueblos y países que oprimen con el engaño de liberarlos.