Carlos Sánchez Berzaín
27 de marzo de 2016
(Diario Las Américas) El viaje del presidente de los Estados Unidos a Cuba y Argentina ratifica que la región está marcada por una división en torno a los principios y valores de libertad y democracia porque demuestra que existen dos Américas: la dictatorial y la democrática. La diferencia esencial entre las dos es la perpetuación indefinida en el poder que buscan los gobernantes devenidos dictadores, con cuyo propósito violan la libertad y los derechos humanos pisoteando todos los elementos esenciales de la democracia. La América no democrática está liderada y controlada por la dictadura castrista desde Cuba, y la América democrática tiene en el nuevo presidente de Argentina una opción de liderazgo. La constatación de estos contrastes es la esencia de lo que la historia puede llamar “el viaje del Presidente Obama por las dos Américas”.
En tiempos de la guerra fría la región fue dividida por la lucha entre el capitalismo y el comunismo, el liderazgo de cada bando era claro y los actos de intervención tanto de los EEUU como de la Unión Soviética (URSS) buscaban el control del mayor número de países americanos. La dictadura castrista fue el principal baluarte y el centro de operaciones del comunismo en las Américas, con violencia, guerrillas, desestabilización de gobiernos, crímenes políticos, guerras civiles, adoctrinamiento, propaganda y cuanta acción le fuera útil, llegando incluso a actuar como un factor autónomo de la URSS. ¿Quién tiró la primera piedra de esta confrontación en América Latina? Es algo que se puede discutir, pero lo cierto es que la guerra fría generó las guerrillas, las dictaduras militares, las guerras civiles, la violación de derechos humanos y el derrumbe de la democracia en América Latina.
A fines de la década de los 70 los EEUU lideraron el retorno a la democracia y presionaron por ello como su política exterior en la región, logrando terminar con casi todas las dictaduras militares en la década de los 80, excepto la de Castro en Cuba. La guerra fría terminó por el derrumbe y desaparición de uno de sus contendientes la URSS en 1991, y en las Américas quedó la única dictadura en Cuba que afrontó una etapa de miseria denominada “período especial”, que acabó cuando Hugo Chávez como presidente de Venezuela se alió con el castrismo y pagó por la formación de lo que hoy se llama socialismo del siglo XXI.
La unión de Hugo Chávez y Fidel Castro en 1999, el shock del 11S en EEUU y sus consecuencias internacionales, marcan la política en América Latina para la primera parte del siglo XXI. Chávez necesitaba seguridad y Castro dinero; Chávez puso el dinero del petróleo venezolano y Castro las capacidades de su dictadura; juntos recrearon la guerra fría, planearon y ejecutaron en la región un proyecto anti imperialista (contra EEUU), anti capitalista, neo comunista y anti democrático que comenzaron llamando proyecto bolivariano, luego Alba y que terminó como socialismo del siglo XXI, que tuvo como líder a Hugo Chávez y como patriarca a Fidel Castro hasta la muerte de Chávez quien dejó como herencia todo el proyecto –Venezuela y su petróleo incluida- en manos de la dictadura castrista.
Hoy el socialismo del siglo XXI está en decadencia y su desaparición es previsible hasta el final de la década, pero en su mejor momento controló toda la política internacional y gran parte de la local en América Latina dando a la Cuba dictatorial un poder que nunca tuvo en las Naciones Unidas, utilizando la Organización de Estados Americanos, creando una serie de organismos internacionales propios, ejerciendo presión sobre los EEUU. Hoy es un grupo político transnacional en manos de Cuba, que tiene el liderazgo político de América Latina “aún” en La Habana, en manos de la dictadura, con control directo sobre las dictaduras del socialismo del siglo XXI de Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, luego de haber perdido Argentina con la derrota de Kirchner y confrontando graves problemas con su incondicional Brasil de Lula y Rousseff.
La Argentina de hoy es la otra cara de la moneda, es un país que en 100 días recupera sus condiciones de democracia luego de 12 años de gobierno K. El liderazgo del presidente Macri, (que confronta abiertamente la dictadura venezolana por los presos políticos como Leopoldo López) ha terminado –entre otras cosas- con el anti imperialismo K, generando un aire de democracia que puede ayudar los esfuerzos propios que libran los pueblos de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua contra sus dictadores del socialismo del siglo XXI que insisten en perpetuarse indefinidamente en el poder con características comunes de hiper corrupción y crisis.
Visitar primero Cuba, ha representado ir al centro imperial de las dictaduras del socialismo del siglo XXI, estar en la capital de la América no democrática estancada en el eje de confrontación de una guerra fría que debió terminar hace 25 años, y ha puesto en evidencia que la lucha no es anti imperialista sino contra los opresores de la libertad y de los derechos humanos en Cuba y en los países de su órbita; que el enemigo no es externo, sino el abuso y la miseria. Visitar luego Argentina, la más reciente recuperación de la democracia en la región, ha significado llevar los ojos del mundo a un esfuerzo de libertad, democracia y recuperación institucional; ha demostrado que la confrontación del siglo XXI no es entre izquierdas y derechas deformadas y superadas por la sociedad y la historia, se trata de principios y valores. El viaje por las dos Américas deja claro que la confrontación actual en la región es muy dura, pero es entre democracia y dictadura, entre libertad y opresión.