Carlos Sánchez Berzaín
23 de septiembre de 2015
(Diario Las Américas) En la teleconferencia ente jóvenes de Cuba y Estados Unidos con el Papa Francisco, organizada por CNN previa al viaje del papal a esos países, un joven cubano pidió al Papa dar un ejemplo de liderazgo y éste en lugar de mencionar un nombre -que era tal vez lo que el joven esperaba- formuló conceptos, expresando que «un buen líder es aquel que es capaz de generar otros líderes, si un líder quiere sostener el liderazgo, es un tirano», y que «los líderes de hoy en día no estarán mañana, si no siembran la semilla del liderazgo a otros, no tienen valor, son dictadores». Se trata del más claro señalamiento de un Jefe de Estado a los gobernantes no democráticos, autoestablecidos como permanentes e insustituibles, dándoles su verdadera condición de «tiranos y dictadores».
El Papa es Pastor de millones de católicos del mundo, Sumo Pontífice de la Iglesia Católica y Jefe del Estado Vaticano. El Pastor es el guía espiritual de los feligreses católicos, el Sumo Pontífice es el Prelado Supremo de la Iglesia, y el Jefe de Estado es la autoridad política y el representante de uno de los estados más influyentes del mundo. Sus declaraciones, homilías y mensajes son recibidos e interpretados tomando en cuenta de cuál o cuáles de estas condiciones proviene y a quien se dirige, dónde está el énfasis o la dirección de afirmaciones y conceptos que nunca están desprovistos de señales.
La respuesta del Papa al joven cubano es la del Pastor, en un contexto esencialmente moral; pero su valor y actualidad en la realidad política de América Latina expresa al Sumo Pontífice y al Jefe de Estado. Nunca antes el Papa Francisco había formulado una declaración tan contundente para hacer una «calificación de tiranos y dictadores» a los líderes que se mantienen indefinidamente en el poder. «Si un líder quiere sostener el liderazgo es un tirano», es un mensaje demasiado directo a los dictadores Castro de Cuba que van a cumplir 57 años en el poder, y a su proyecto del socialismo del siglo XXI que ha establecido la «franquicia» dictatorial en Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua.
Con esta declaración el Papa deja claro su conocimiento respecto a que sus anfitriones en la visita a Cuba no son buenos líderes, que son tiranos y dictadores, como todo el mundo sabe. El valor del Papa consiste en decirlo en medio de un sistema internacional en el que hoy prima la indiferencia y hasta la complicidad. Francisco demuestra que después de haber visitado Ecuador y Bolivia no ha quedado impresionado con la naturaleza del simulado liderazgo democrático de gobernantes que ahora mismo pretenden la imponer la «reelección indefinida» para perpetuarse indefinidamente en el poder. El tema no es que la reelección indefinida tenga más o menos apoyo popular, es que NO SE PUEDE, por tratarse de una simulación para institucionalizar la dictadura que ya existe.
El mundo lo sabe, pero solo un Jefe de Estado -el Papa- lo ha declarado públicamente hasta ahora: el que se perpetua en el poder es un tirano y un dictador. Parecería que solo el Papa conoce que un tirano es «quien obtiene contra derecho el gobierno de un estado, especialmente si lo rige sin justicia y a medida de su voluntad»; y que dictador es «la persona que se arroga o recibe todos los poderes políticos extraordinarios y los ejerce sin limitación jurídica». Usar mayorías o elecciones controladas para establecer un sistema -en beneficio propio- para permanecer indefinidamente en el poder, es obtener el gobierno contra derecho y al margen de la democracia.
Los aludidos entendieron, y los voceros de las dictaduras del socialismo del siglo XXI reaccionaron declarando que el Papa estaba inhabilitado para dar este concepto al ser el único Monarca Absoluto y Vitalicio que queda en el mundo, ya que esa es la estructura política del Estado Vaticano. Sin embargo, esta defensa que fue más bien una confesión, dejó de lado muy convenientemente, reconocer que el Papa no ha cambiado las normas del Vaticano para retener el poder, que no ejerce el poder total sin limitación alguna, y que no se presenta como una democracia como hicieron y hacen Chávez-Maduro en Venezuela, Correa en Ecuador, Morales en Bolivia y Ortega en Nicaragua.
Los líderes democráticos tienen señalado el camino para animarse a denominar como se debe a los jefes de gobierno del socialismo del siglo XXI. Como los ha llamado el Papa Francisco, el Sumo Pontífice y el Jefe del Estado Vaticano, son tiranos y dictadores.