Carlos Sánchez Berzaín
11 de agosto de 2015
(Diario Las Américas) Voceros oficiales y oficiosos del régimen en Bolivia pretenden sostener la apariencia de estabilidad y desarrollo en la economía, que ha sido incluso calificada de “milagro”, cuando lo cierto es que el Gobierno de Evo Morales lleva al país a una crisis económica inevitable, cuyos síntomas ya se sienten. Es el resultado de un gobierno centralista, estatista, corrupto, populista y dictatorial que ha dilapidado los beneficios de una cosecha que no sembró y despilfarrado los extraordinarios precios internacionales que ya pasaron. Ahora la crisis desnuda el publicitado milagro económico de Evo Morales.
La herencia que recibió Evo Morales de los gobiernos democráticos, se ha terminado. Encontró un país con las inversiones hechas para garantizar el suministro de gas natural al Brasil y al mercado interno y recibió un contrato de compra-venta de gas renegociado con mejor precio y mayores volúmenes. El show de la nacionalización petrolera de Morales, únicamente dispuso una participación mayor para el Estado en ciertos campos y por solo 180 días. Generó falta de inversión en el sector petrolero por lo que luego dictó una seguidilla de incentivos a las petroleras, tanto que el Centro de Estudios y Documentación Latinoamericanos CEDLA afirma que las facilidades de Evo Morales a las empresas petroleras son más generosas que las de la ley de hidrocarburos de la capitalización (la dictadura acaba de amenazar con cerrar esta entidad de clara tendencia progresista). Con los precios del petróleo de los últimos años, los impuestos de la capitalización habrían generado más recursos para Bolivia que los que el Gobierno recauda hoy.
En los 7 años posteriores a la capitalización de YPFB se perforaron 160 pozos exploratorios y en los casi 10 años de gobierno de Morales se han perforado solo 39. Por eso Bolivia reduce sus reservas y no tiene gas sino para 10 años, lo que ahora se expresa en el avasallamiento del régimen a los parques nacionales y los territorios indígenas para favorecer a las petroleras. La inversión en minería ha sido insignificante, mientras que Chile y Perú, que tienen quizás más pobre geología que la boliviana, han captado miles de millones de dólares en todos los años del boom de precios de los minerales. Bolivia no ha cambiado su condición de exportadora de recursos naturales y de materias primas, no se ha sembrado el gas, solamente se lo han gastado.
Cuando Morales asumió el poder la deuda externa de Bolivia era prácticamente cero, con leyes de impuestos y de coparticipación tributaria que sostenían la Participación Popular, descentralizando el Estado y municipalizando el territorio nacional. Los recursos de coparticipación han sido estrangulados por el gobierno para frenar el gasto descentralizado y las autonomías y generar -con los recursos indebidamente retenidos- un superávit fiscal irreal, que ya no existe, por el gigantesco incremento del gasto del gobierno central que se ha apropiado de esos fondos y los ha gastado.
El Gobierno ha estatizado los fondos de pensiones, cobra un impuesto a las pensiones y saca créditos millonarios del Banco Central para sus gastos. Violando la ley ha disparando la deuda interna pública que es hoy la más grande de la historia de Bolivia. El Banco Central ha dejado de ser una entidad independiente, lo mismo que la Contraloría General.
El único milagro de las dictaduras del socialismo del siglo XXI es convertir países ricos en pobres. En Bolivia se sigue un proceso calcado al de Argentina. Comenzó con auge por los precios de las exportaciones, estatizó los hidrocarburos, estatizó (confiscó) los recursos de las pensiones de los trabajadores, obligó al Banco Central a prestarle dinero y alentó el gasto público en obras plagadas de corrupción y sin evaluación que las justifique. Ahora que se acaba el boom comienzan los déficit y los conflictos sociales que el gobierno tratará de aplacar con más gastos hasta que se terminen las reservas (ya comprometidas), para lo que no falta mucho tiempo. La caída de precios internacionales se agrava con el régimen de tipo de cambio fijo que incentiva las importaciones y el contrabando, liquida al sector exportador y la producción nacional. Cuando se corrija el atraso cambiario habrá una corrida contra la moneda nacional. Argentina es el camino, Cuba y Venezuela el destino de este modelo, como ya confesó Evo Morales en su discurso del 6 de agosto.
Sin transparencia, sin fiscalización, sin rendición de cuentas, la impunidad es la regla. La represión, el control de prensa, el despido de periodistas son imprescindibles para que Evo Morales sostenga su propaganda de milagro y prepare la escena para culpar de la crisis al imperialismo, al capitalismo, a la libertad, o a la democracia que derrocó. Es la crisis……..el supuesto milagro económico está desnudo.