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Publicado el 07-26-2013
Tolerar dictaduras
Por Carlos Sánchez Berzain
La realidad es que en América Latina existen gobiernos que no son democráticos en los que sus gobernantes se han puesto por encima de la ley. Como explica el expresidente de Ecuador Osvaldo Hurtado en su libro “Dictaduras del siglo XXI el caso ecuatoriano” los gobiernos de los llamados países bolivarianos o del socialismo del siglo XXI accedieron al poder mediante el voto, pero una vez instalados en el gobierno se las arreglaron para desconocer el orden jurídico bajo el cual fueron elegidos y conformar un sistema político contrario a los principios democráticos.
Las preguntas cada vez más insistentes son: ¿por qué las democracias toleran las dictaduras del siglo XXI? ¿por qué las democracias de las Américas, de Europa y del mundo, toleran, aceptan, negocian e incluso se disculpan con los actuales gobiernos dictatoriales de América Latina? ¿por qué los gobiernos democráticos ignoran el contenido de la Carta Democrática Interamericana respecto a los elementos esenciales de la democracia que los gobiernos dictatoriales han violado? ¿por qué los gobiernos democráticos -que conocen cómo los gobiernos dictatoriales producen persecución política, encarcelan opositores y exilian ciudadanos- mantienen relaciones normales con las dictaduras, a las que tratan como iguales, como si fueran democracias?
Sin duda éstas son preguntas incómodas para los gobiernos democráticos por- que suponen problemas y potenciales conflictos con el bien desarrollado y lubricado aparato político-comunicacional de las dictaduras latinoamericanas, que lideradas por su fuente de inspiración y operación Cuba, representan una amenaza seria. Estas dictaduras han creado un sistema de represión en cada uno de sus países y han creado un sistema de presión y de represión a nivel internacional. Han transnacionalizado el proyecto dictatorial disfrazado de democracias.
La potencialidad de las presiones que ha implementado el socialismo del siglo XXI, va desde la capacidad de movilización en terceros países, por la cual pueden alentar y financiar acciones locales sobre temas críticos del país latinoamericano que elijan, para desestabilizar o ablandar al Gobierno democrático. Así aconteció con los cocaleros en Bolivia, mineros y cocaleros en Perú y emergencia de protestas en demasiados países democráticos con el discurso de la anti-política. En los sesenta el castrismo alentaba movimientos armados, hoy alientan movilizaciones.
El auspicio directo de candidatos presidenciales para participar de las elecciones es otro mecanismo. El apoyo no es sólo de discurso, se extiende a temas de organización e inteligencia manejados por Cuba y a mucho dinero aportado por Venezuela. El socialismo del siglo XXI ha puesto la mano en casi todas la elecciones de Latinoamérica y por este sistema ha tomado el gobierno o por lo menos ha neutralizado a los elegidos.
El manejo de su aparato de prensa es una amenaza importante del bloque dictatorial contra los gobernantes democráticos. Con el control casi total de los medios de sus países como sucede en Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, el amedrentamiento y sistema de autocensura que han logrado exitosamente en otros países, además de la adquisición y creación de medios internacionales, tienen hoy la capacidad de realizar con éxito el “asesinato de la reputación” de las víctimas que elijan.
El petróleo venezolano y las ventas a precios políticos como en Petrocaribe han resultado una extraordinaria herramienta para tener el apoyo de gobiernos que les permiten controlar la mayoría en la OEA, ser un grupo de negociación importante en la ONU y conseguir el silencio de sus clientes a los que han transformado en dependientes. Cuando no el petróleo, han sido importantes préstamos, poco transparentes y muy lucrativos para los gobernantes.
(Continuará)