DIARIO DE LAS AMERICAS
Publicado el 04-26-2013
Por Carlos Sánchez Berzain
A partir del principio de que elecciones no son democracia, pero que sí son un elemento esencial de la misma, el objetivo es que las elecciones sean imparciales, esto es libres de fraude y/o de sospecha.
Si podemos hacer una clasificación para diferenciar hoy a los países de las Américas, la más adecuada es la de países con democracia y países sin democracia. En los primeros se respeta la libertad, rige el estado de derecho y son previsibles; en los no democráticos se vulneran la libertad, a partir de un proyecto dictatorial o totalitario han modificado la institucionalidad, creando su propia legalidad (que no es legítima ni lícita) para garantizar la perpetuación del caudillo en el poder, son estados con perseguidos, presos y/o exiliados políticos, en los que las elecciones son el escudo para ampararse a la sombra de una democracia que ya no existe.
Tanto en los países con democracia como en los sin democracia hay elecciones, la diferencia radica en que en los países con democracia los órganos y el sistema electoral son por lo menos aceptables y existen recursos de denuncia y sanción al fraude. En los sin democracia, todas las instituciones destinadas a garantizar las elecciones limpias y transparentes son mecanismos instaurados para servir a la perpetuación del caudillo o de su ungido en el poder, incluyendo el Poder Judicial. En los países sin democracia no existe ninguna posibilidad de que el candidato oficialista pierda una elección, porque el sistema está diseñado para eso.
En estas condiciones la cuestión radica en cómo establecer cortes u órganos electorales imparciales en países sin democracia como Venezuela, Bolivia, Ecuador y otros de la órbita del denominado proyecto ALBA o socialismo del siglo XXI. El desafío consiste en cómo recuperar la democracia en los estados que tienen un diseño institucional y legal no democrático, que no cumplen con la Carta Democrática Interamericana, en un momento en el que además, la mayoría de los estados de la comunidad internacional no están dispuestos a sacrificar sus relaciones comerciales con los países no democráticos.
La respuesta que propongo es que en aplicación de la Carta Democrática Interamericana se establezca la Comisión Interamericana Electoral, esto es un organismo electoral que en el marco de la Organización de Estados Americanos sea el órgano electoral imparcial para los países de América Latina.
Con un organismo electoral interamericano, evitaremos repetir la penosa situación de las últimas elecciones de Venezuela donde se ha instituido un presidente viciado de legitimidad, porque su propia legalidad no es suficiente y ya no convence ni a los chavistas; evitaremos que el show que se prepara para las elecciones presidenciales del próximo año en Bolivia, sea un evento de un candidato oficialista único que se reelegirá con simulación de oposición cuando la mayoría de los potenciales candidatos están presos o en el exilio; evitaremos en suma que se siga calificando de democracia a elecciones con fraude electoral ejecutado antes, durante y después del día de votación.
Además de la imparcialidad, transparencia y de muchas otras ventajas para cuya discusión el debate queda abierto, una entidad interamericana electoral reduciría el costo de las elecciones y daría cumplimiento a una de las condiciones esenciales de la democracia: la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo.
El autor es abogado y politólogo boliviano. Ha sido Ministro de Estado y Parlamentar
http://www.diariolasamericas.com/noticia/155612/comision-interamericana-electoral