Diario de Las Americas| 20 de Diciembre del 2007
Carlos Sánchez Berzain
En los últimos días Bolivia es nuevamente noticia internacional por las acciones de la Asamblea Constituyente de Evo Morales quien ha anunciado al país y al mundo que logró la aprobación de un nuevo texto constitucional. La aprobación en grande se hizo en una instalación militar en la Capital de la Republica y en medio de una fuerte represión del gobierno a la población civil que causó muertos y heridos. La aprobación en detalle se realizó en Oruro, entre Sábado en la noche y Domingo, con solo los constituyentes de Morales.
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La Constituyente boliviana se extinguía el 6 de Agosto de este año, fecha a la que el oficialismo no había logrado absolutamente nada, pero por un acuerdo del oficialismo con la oposición en el Congreso Nacional, se determinó la prórroga hasta el 14 de Diciembre. Formó parte de este acuerdo el retroceso de Evo en una acusación de juicio de responsabilidades contra el ex presidente Jorge Quiroga, la designación de cuatro ministros para las salas penales de la Corte Suprema de Justicia (dos de Evo y dos de la agrupación del ex Presidente Quiroga), y otros convenios que la historia no tardará en esclarecer. Sin esta prórroga no hubieran sido posibles los abusos y violaciones que ahora sufre la democracia boliviana.
Pero mas allá de esas características de la política local , la maniobra, la imposición y el uso de la fuerza fueron las herramientas que el gobierno eligió para lograr resultados de la Constituyente. La asamblea fue digitada por Evo Morales como parte de la estrategia política diseñada desde La Habana y Caracas, que busca el control totalitario del poder en los países que ese eje ha subordinado hasta ahora.
Luego de la derrota de Chávez en el referéndum, Evo anunció el traslado de las sesiones de la constituyente a la zona cocalera del Chapare (su centro de poder), pero con pocas horas de anticipación la hizo convocar en Oruro donde con movilización sindical y cocalera, control policial y militar, en fin de semana y de noche, solos sus seguidores aprobaron en detalle un texto que de inmediato presentó como una nueva Constitución y como un gran avance político y social. No se cumplieron los mínimos requisitos ni de forma, pues no tuvieron tiempo ni para leer el documento y menos para debatir. Se cumplía una consigna.
Lo que ha logrado esta acción es profundizar la división de Bolivia con resultados insospechados. Se ha excluido a la mayoría de la sociedad boliviana y de ahí las reacciones sectoriales, sociales y regionales que hoy se observan. Han puesto a los bolivianos ante la alternativa de defenderse o someterse.
Lo que Evo denomina “avances históricos” contenidos en el texto de Oruro, son estipulaciones totalitarias, regresivas, que atentan contra la libertad y la democracia. Este texto acaba con la nación boliviana cuya construcción comenzó la revolución nacional de 1952 al reconocer 35 naciones en el Estado boliviano; elimina el Senado Nacional y se establece la Asamblea unicameral en lugar del Congreso Nacional; dispone la reelección presidencial inmediata (que era el objetivo político mas importante para el gobierno); elimina la educación privada del sistema nacional; desconoce las autonomías de cuatro departamentos como mandato de un referéndum; termina con la propiedad privada, pues se dispone que todo terreno no edificado en zona urbana será expropiado; establece prioridad para la inversión nacional respecto a la extranjera cuando la capacidad de inversión nacional es muy reducida por falta de capital y tecnología; centraliza el control de todo el aparato del Estado en manos del Presidente de la Republica; elimina la representación de las minorías en la Asamblea (Poder Legislativo) pues todos los diputados serán elegidos solo por mayoría; da fin con la jurisdicción militar; liquida a la Corte Nacional Electoral cambiándole el nombre por el de Consejo Electoral para cesar a sus actuales miembros no sometidos al gobierno, estableciendo que 2 de sus 5 componentes deberán ser indígenas; determina la ratificación de tratados internacionales por referéndum; reduce a simple mayoría las designaciones institucionales; dispone la reversión de todas las concesiones mineras en el plazo de un año; determina controles corporativos sobre los poderes del Estado, y en suma, acaba con la institucionalidad que debió fortalecerse con la reforma.
Así, hoy Evo Morales proclama un nuevo texto constitucional chavista, que ratifica la liquidación de la democracia en Bolivia pero que le otorga poderes totalitarios.
Diciembre 15, 2007