ESTADOS DEMOCRATICOS Y ESTADOS AUTORITARIOS

Por Carlos Sánchez Berzain*

Diario Las Americas

Publicado el 09-11-2010

Aunque por primera vez, y con la sola escandalosa excepción de Cuba, todos los estados de la América Latina tienen gobiernos elegidos por votaciones populares, la democracia está en crisis y el ataque contra ella se produce ahora desde dentro mismo del sistema. Hoy existen Estados que han dejado de ser democracias, porque no cumplen las mínimas condiciones de esta forma de vida y régimen de gobierno que está dirigido a garantizar la libertad del ser humano. Los actos electorales por si mismos no alcanzan para garantizar la democracia.

La Carta Democrática Interamericana aprobada en el 28o. período extraordinario de sesiones de la Organización de Estados Americanos, el 11 de septiembre del 2001 en Lima, consagra a la democracia como “un derecho de los pueblos de América” estableciendo “la obligación de sus gobiernos de promoverla y defenderla”. Dada su naturaleza, la Carta es un instrumento legal de cumplimiento obligatorio para los países miembros.

Más allá de los conceptos teóricos o de las definiciones que con interés académico o político se quieran hacer de la democracia, en el ámbito latinoamericano la Carta enumera las condiciones mínimas que sustentan a un sistema democrático. Para el organismo interamericano, “son elementos esenciales de la democracia representativa, entre otros, el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al Estado de derecho; la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía de pueblo; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e independencia de los poderes públicos”, tal como establece su artículo 3º.

Sin duda, hoy existe en América un régimen totalitario, manejado por un gobierno dictatorial, que es Cuba, y por lo menos otros cuatro Estados que no son democracias: Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, porque en ellos ya no se dan ninguno de los elementos de la democracia representativa establecidos en la Carta Democrática de la OEA. Aunque sería suficiente la ausencia de cualquiera de los elementos exigidos por la OEA, en estos cuatro casos queda claro que todos ellos han sido conculcados.

La reactivación de las iniciativas políticas del régimen castrista destinadas a expandirse en el continente, posibles gracias al dinero de la Venezuela de Chávez, ha creado desde el inicio de este siglo, un proyecto transnacional, basado en el eje La Habana-Caracas, que promueve el resurgimiento de conceptos políticos propios de la década de los años sesenta, denominado indistintamente “socialismo del siglo XXI”, “movimiento bolivariano”, o “grupo de países del ALBA”. Con la agenda propuesta, estos países han hecho desaparecer la democracia en sus países, y sembrado la semilla de la crisis en el resto de la región.

En la ejecución de este proyecto hemos visto aplicar una “franquicia” o modelo de toma y gestión del poder, que sustituye el foquismo armado por el electoral, encaminado a la toma del poder total, con un mecanismo de elecciones repetidas, con un discurso antiamericano, presentado como anti-imperialista. Procedimientos populistas, destrucción de los partidos políticos, reformas destinadas a la reelección indefinida y a la desaparición de la institucionalidad. Se observa en todos ellos un retorno al estatismo y al centralismo, como un fenómeno de concentración del poder, que incluye atentados contra la libertad de prensa y expresión, el apoderamiento de los medios de comunicación y de producción.

El control absoluto del poder judicial, ejercido por estos gobiernos es usado para la persecución de sus opositores políticos, empresarios y dirigentes cívicos, ahora criminalizados, presos o exiliados, transformados por el autoritarismo en enemigos a los que hay que aniquilar. El debido proceso legal ha sido sustituido por el juicio con sentencia anticipada dictada por el autócrata que ejerce la presidencia del país. Los presidentes Chávez, Morales, Correa y Ortega han procedido así en anuncios públicos donde han acusado y sentenciado a sus opositores dando órdenes y consignas a “su poder judicial”. Los jueces desobedientes están destituidos, presos o exiliados.

El apoderamiento y manejo de los órganos electorales convertidos en poderes, son el mecanismo con que se garantizan fraudulentamente los resultados electorales favorables, que a su vez sirven para seguir manteniendo el barniz de democracia.

En una década de aplicación, este modelo elaborado por el eje castro-chavista, ha logrado establecer gobiernos autoritarios que ejercen un control sobre Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, y ha penetrado de manera importante en el gobierno de Argentina, protegida aun por su tradición institucional. Ha sometido a su influencia política a la OEA, que se muestra ajena a lo explícitamente acordado en la Carta Democrática y mantiene bajo acoso a las democracias latinoamericanas.

Es tiempo de empezar una discusión abierta para que el hemisferio y el mundo reconozcan que en América Latina hay Estados democráticos y Estados autoritarios que no son democráticos, que están al margen de la ley y que violan los derechos fundamentales. Es necesario que la comunidad internacional revise los hechos de los gobiernos del socialismo del siglo XXI para dejar de llamarlos democracias
.