Diario de Las Americas| 5 de Marzo del 2009
Carlos Sánchez Berzaín*
América Latina pasa hoy por un proceso político que presenta dos bloques. Las diferencias no son ideológicas, son de sistema. No se confrontan los tradicionales conceptos de izquierdas y derechas. El parámetro es la libertad como valor y la democracia como sistema. El eje de contradicción central de hoy se establece entre el autoritarismo y la democracia.
La América AUTORITARIA constituida por el bloque de países liderados por Cuba y Venezuela, integrado por Bolivia, Ecuador, Nicaragua y otros, que parecen querer reponer los tiempos de la guerra fría con un discurso anti-imperialista, con vínculos con Rusia, con una creciente proximidad al fundamentalismo islámico, con discurso y acciones contra el pueblo judío, con el “patria, socialismo o muerte” como lema. Se reivindican como gobiernos de izquierda y estigmatizan lo que llaman la derecha neo-liberal; son estatistas y centralistas que nacionalizan y confiscan; han introducido diversos factores de confrontación sociales, económicos y raciales, para promover la lucha de clases, de etnias y de naciones. Buscan la eliminación de los opositores políticos con persecuciones, calumnias, procesos judiciales controlados y acciones de violencia; atacan y restringen la libertad de prensa y opinión; tratan de perpetuarse en el poder a través de asambleas constituyentes y referéndums para proveerse de una constitución a su medida que les permita guardar una apariencia democrática.
La América DEMOCRATICA. La de Brasil, Perú, México, Colombia, Chile, El Salvador (hoy bajo acoso) y otros países que no son un bloque, pero en los que -independientemente de la ideología de sus gobiernos- se ejerce la democracia fundada en la libertad, en la división e independencia de poderes y que poseen institucionalidad. Producen, exportan y están abiertos al capital y la tecnología internacionales; tienen o buscan tratados de libre comercio; respetan la sucesión presidencial y la alternabilidad en el poder. Países en los la ley está por encima de las personas y de las ambiciones de poder, donde la democracia no son solo elecciones sino libertad, leyes e instituciones.
Existen también países de las Américas que se mueven entre ambas posiciones o que están bajo mayor influencia eventual del autoritarismo, pero poseen aún instituciones democráticas que defienden las libertades.
La confrontación planteada por el autoritarismo del eje La Habana-Caracas, pese a los avances que ha tenido, no ha logrado establecer que la contradicción sea ideológica. El autoritarismo no tiene ideología, tiene el propósito de perpetuarse en el poder. El parámetro principal de comparación entre los países de las Américas es hoy entre demócratas y autoritarios.
Lo que está en cuestión es el respeto la libertad desde el ejercicio del poder político por gobernantes y gobernados. El problema es si se pueden aceptar regímenes totalitarios con apariencia de democracias y prácticas autoritarias de un proyecto históricamente superado y derrotado.
La posición ideológica de los autoritarismos de derecha de la década de los setentas ha desaparecido, pero a partir de Cuba -la única dictadura que ha sobrevivido en América Latina- hoy el autoritarismo es el modelo del populismo socialista y neo comunista.
Hay gobiernos de izquierda -como los de Brasil y Chile por ejemplo- que se desenvuelven en el marco de la democracia porque la institucionalidad de esos países es fuerte. El autoritarismo es hoy la característica de regímenes que por perpetuarse en el poder retornan al totalitarismo unipartidista de corte comunista y que sin duda habrán de seguir su mismo rumbo: el fracaso y la miseria de sus pueblos.
Para promover y defender la democracia como la mejor forma de vida en libertad, hay que procurar que el mundo libre vuelque sus ojos a los países de América Latina controlados por el autoritarismo. Hay que procurar que los pueblos y los gobiernos de los países democráticos del mundo desarrollado, conozcan la realidad objetiva del nuevo orden autoritario que rige en varios países latinoamericanos y se pregunten si ellos aceptarían tales condiciones y constituciones en su propia vida, en sus propias comunidades, donde quisieran que sus hijos crezcan y se eduquen.
*Abogado constitucionalista y ex ministroboliviano.